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Ojo a los antigripales y al bicarbonato

Aunque no necesitan el control de un médico, los medicamentos sin receta siguen siendo fármacos y deben tomarse con precauciones y sentido común. Conviene tener en cuenta de qué principios activos están compuestos para que su consumo sea. realmente efectivo e inocuo. Estos son los más comunes:Analgésicos: las dos únicas especialidades que se venden sin receta son el paracetamol y el ácido acetilsalicílico (la clásica aspirina). Presentan riesgos a altas dosis y con un uso prolongado: el límite son entre tres y cuatro gramos diarios. Más allá de esta dosis pueden causar insuficiencias renales y hepáticas. El ácido acetilsalicílico puede ocasionar, en general, malestares gástricos. No crean adicción física, pero pueden convertirse en un hábito en trastornos psicosomáticos mal diagnosticados.

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Antiácidos y laxantes: los primeros deben usarse de manera ocasional. Muchas digestiones pesadas se deben a un exceso de comida y para eso no se necesitan medicamentos. Las dispepsias son trastornos de la motilidad intestinal y de la producción de ácidos gástricos, que debe tratar un especialista. El clásico bicarbonato sódico debería arrinconarse, según los expertos: alivia momentáneamente la acidez, pero luego la aumenta. Los laxantes disminuyen la fuerza natural del intestino y pueden dañar la mucosa del colon, con un uso prolongado. En casos agudos, un supositorio de glicerina o un enema bastan.

Antigripales y anticatarrales: Algunos presentan una mezcla de varios principios activos (paracetamol, cafeína, antihistamínicos y vitamina C, por ejemplo), poco recomendable, porque aumenta el riesgo de efectos adversos sin elevar su eficacia. A veces pueden enmascarar síntomas que necesitan un tratamiento con antibióticos. Un analgésico suave, como el paracetamol, que es además antitérmico, es suficiente para mejorar los síntomas del resfriado. La vitamina C, en contra de lo que prometen algunos productos, no tiene ningún efecto en la prevención o el alivio de estos síntomas.

Colirios: los que se dispensan sin receta son en su mayoría vasoconstrictores que alivian momentáneamente la sensación de irritación ocular y de lagrimeo. Pero es sólo un alivio sintomático. Un ojo irritado puede ser el signo de trastornos graves, que debe siempre valorar el especialista.

Productos infantiles: la introducción de nuevos alimentos en la dieta del niño debe ir indicada por el pediatra. La fiebre, que es lo que más preocupa a los padres, se soluciona con dosis adecuadas de paracetamol y duchas templadas.

Somníferos: los que se venden sin receta -en su mayoría infusiones y compuestos de yerbas (como la valeriana)- además de inocuos, suelen ser poco eficaces. En la mayoría de los casos tienen un efecto placebo. Ante el insomnio lo adecuado es acudir cuanto antes al especialista: puede ser el signo de un trastorno de ansiedad o de una depresión.

Antisépticos: los más eficaces son los compuestos de povidona iodada. Lo mejor para desinfectar una herida es lavarla con agua y jabón. El alcohol, el agua oxigenada o la merbromina (la clásica mercromina) tienen una capacidad limitada de asepsia.

Tónicos y vigorizantes: en general se refieren a síntomas inespecíficos y difíciles de valorar. Si al cuerpo no le faltan vitaminas o sustancias concretas, no aportan nada al organismo. Una dieta equilibrada contiene todo lo que el cuerpo necesita. Conviene no abusar de un componente muy de moda en los últimos años: el ginseng. Es un excitante que a altas dosis puede producir efectos similares a las anfetaminas.

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