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La 'teologia de la liberación' muda de piel

En una profunda transformación, se hace más indigenista y menos occidental y teológica

Juan Arias

Aunque se dice aún en voz baja, la famosa teología de la liberación, que ha sido el banderín de enganche de los católicos progresistas de América Latina, está en una fase de profunda transformación, cosa que se advierte sobre todo en la viva y compleja Iglesia brasileña. La caída del muro de Berlín y el abandono de las tesis marxistas han hecho que la teología latinoamericana, amasada con conceptos de la Biblia y de El capital de Marx, se haya tenido que plantear una profunda revisión. Lo que se pretende es que renazca con nueva fuerza, pero más cercana, no sólo a los nuevos problemas del Tercer Mundo, sino a su cultura popular no siempre lo suficientemente valorada por una teología que, en el fondo, había sido engendrada y pensada con criterios y por teólogos europeos.De los dos términos (teología y liberación), el segundo es el elemento que no ha entrado en discusión en Brasil, donde existen 80 millones de pobres, de los cuales 30 son miserables y donde el 50% de la población es negra y sólo un 3% llega a la universidad.

Lo que no se puede pretender, dice el obispo español Pedro Casaldáliga, la voz profética de la Iglesia brasileña perdida en la selva del Mato Grosso, donde vive como un campesino más en absoluta pobreza, "es cambiar la teología de la liberación por la teología del capital". Y añade: "¿Sabe lo que predica dicha teología? Que sólo el 15% de la humanidad, el llamado Primer Mundo, tiene el derecho y la posibilidad de vivir bien. Pero eso es evocar la guerra total. Sin olvidar que a ese mismo 15% le resulta cada día más dificil vivir bien y feliz. Porque se está suicidando económicamente y sobre todo psicológicamente". "Basta pensar", continúa Casaldáliga, "en el paro, que crece como un cáncer en Occidente y que empieza a crear locura. Sin olvidarse que de un momento a otro, si el Primer Mundo se distrae, los bárbaros -que somos mayoría- podríamos invadirles de nuevo. Porque lo que no saben es que en este Tercer Mundo pobre la conciencia de su dignidad y de su derecho al pan nuestro de cada día ha cirecido mucho. La teología de la liberación ha contribuido también a madurar a la gente. Sabemos que todavía no podemos sublevarnos, pero podría llegar el moniento".

El elemento "liberación" sigue vivo en la teología de América Latina. Y vivos están sus frutos. Así lo afirma un grupo de profesoras de la Institución Teresiana de la Universidad de Río de Janeiro, empeñado hasta los ojos con las comunidades rurales más pobres, como la de Sapucaia, en colaboración con las ONG Nova América y Manos Unidas. Según ellas, sería inconcebible esta sociedad sin las comunidades de base creadas bajo el influjo de esta teología. "Ellas han sido la fragua donde se ha forjado la conciencia social, política y religiosa de estas gentes hasta ayer analfabetas y pasivas. A través de las comunidades han tomado conciencia de su dignidad como personas, de su derecho y deber de participar en la vida pública y de levantar la voz. Y muchos han aceptado torturas y muerte para defender sus derechos".

El aspecto teológico de la famosa teología se hace menos eurocéntrico, menos intelectual, menos eclesial, para hacerse más indígena, más nativo, más brasileño. "El problema del que ahora nuestros teólogos se están dando cuenta es de que esta teología, que ha sido profundamente liberadora de las estructuras, nunca dejó de ser europea e intelectual. Y ha dejado grandes vacíos que han ido ocupando las sectas, más cercanas a las raíces populares de la gente", explica Vera Candau, catedrática de Pedagogía e investigadora de la Universidad de, Río de Janeiro. Y añade: Se había olvidado un aspecto muy brasileño: el cuerpo, el tacto, la fiesta, la necesidad de expresarse a través de los sentidos y no sólo con la racionalidad".

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