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Entrevista:

"Sin una élite capitalista no hay economía de mercado"

La semana próxima este político ex comunista de gesto adusto e impecable pedigrí -padre obrero y comunista, siete hermanos, mecánico en Siemens, estudiante en la URSS, escalador de todos los peldaños del partido hasta llegar al Comité Central en 1985 y en 1989 a ministro de Exteriores cumplirá 100 días al frente de un Gobierno socialdemócrata. Del cuello de Horn, ha desaparecido el andamiaje ortopédico que llevó dos meses, tras un accidente automovilístico en la campaña electoral, pero se resiente y no puede practicar el footing que le gustaba. Fuma, pero ya no incesantemente.Pregunta. ¿Qué tal funciona la coalición entre antiguos comunistas y antiguos disidentes?

Respuesta. No sé si después de la formación del Gobierno se puede hablar ya de viejos comunistas. En algunos países occidentales, los comunistas se han convertido en socialdemócratas. Los que efectuaron los cambios en Hungría fueron socialistas reformadores, en los años 89 y 90, y no es casualidad que sigamos en primera fila en la creación de las condiciones de una economía libre. Lo que nos preocupa ahora es cómo acelerarlas, y especialmente la privatización y el recorte de la propiedad estatal. Querríamos que las leyes del mercado se hagan valer más en todos los terrenos. Constituye un problema que el Gobierno anterior prometiera una economía social de mercado y un sistema de concertación social. En este aspecto no se ha movido casi nada, y sin él no podemos manejar las tensiones sociales. El programa de estabilización que llevamos a cabo afecta desfavorablemente a algunas capas sociales.

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P. ¿En qué situación está el pacto tripartito Gobierno, empresarios y sindicatos, según el modelo español?

R. Quisiéramos concluirlo rápidamente con los interlocutores sociales, pero las negociaciones son largas y complicadas. Entre tanto, mantenemos con ellos consultas permanentes sobre las cuestiones de importancia. El Gobierno, sin embargo, tiene que tomar sus medidas aunque no pueda llegar a acuerdos en todo, porque eso es lo que esperan nuestros electores.

P. El déficit exterior húngaro representó en 1993 más del 11% del PIB; la deuda externa alcanza los 26.000 millones de dólares; la devaluación del forinto es de un 15% en lo que va de año. Parece un cuadro grave.

R. Las grandes instituciones financieras internacionales exigen que no siga aumentando nuestro déficit presupuestario, un equilibrio interno y la reducción del déficit de la balanza de pagos. Es un gran desafio, pues no podemos tomar medidas que frenen el crecimiento. Al contrario, hay que estabilizar buscando estimular a las empresas. De 10,5 millones de húngaros, 800.000 personas y, sus familias están vinculadas a algún tipo de iniciativa empresarial, es decir entre dos y tres millones. Soy optimista, porque, siendo tantos, de las condiciones que les aseguremos depende el desarrollo del país.

P. La OTAN dijo que no habrá vía rápida de acceso para Hungría y el grupo de Visegrado. ¿Qué busca Hungría en la OTAN? ¿Garantías contra Rusia, contra-la explosión de nacionalismos vecinos?

R. La OTAN no ha dicho que no vaya a admitir a Hungría... Dicen que ahora no es el momento, pero nuestra aspiración es que vuelvan a poner en su orden del día esta cuestión., Consideramos que los cuatro de Visegrado deben ser admitidos en la Alianza Atlántica. No en contra de Rusia, por supuesto. Occidente debe tener en cuenta el factor ruso, nunca lo hemos negado, pero es importante la decisión soberana de estos países que quieren entrar. Nosotros necesitaríamos garantías de seguridad, porque hay que sacar las conclusiones oportunas de Bosnia. Es relativamente fácil empezar una guerra, pero es difícil terminarla. En esta región hay muchas discrepancias entre las minorías nacionales y si la OTAN quiere desempeñar un papel, éste debe ser estabilizador.

P. ¿Cree usted que la elección de un nacionalista como Vladímir Meciar en Eslovaquia empeorará allí la situación de la minoría húngara? ¿Cuáles son sus problemas en otros países?

R. No creo, que Meciar deteriore la situación de la minoría húngara. Es asunto de los eslovacos a quién eligen para gobernar, y lo respetamos. Lo importante es cooperar con quien esté al frente del país. Si él forma Gobierno, intentaremos entendernos con él. En lo que se refiere a la situación general prácticamente ninguno de nuestros vecinos asegura completamente los derechos de esta minoría. En todas partes hay problemas, se trate de Rumania o de Ucrania, pero sus dimensiones no son las mismas. Por eso tenemos que negociar por separado. Creemos que la normalización de relaciones bilaterales puede mejorar la situación de los húngaros.

P. ¿Hungría quiere firmar acuerdos con sus vecinos para garantizar sus fronteras?

R. Con todos los que lo exijan. Pero no sólo referidos a la inviolabilidad de las fronteras, sino también a la garantía de los derechos dejas minorías húngaras. Las dos cosas son inseparábles. Todos los países europeos están obligados a cumplir lo que exigen las normas sobre derechos de las minorías.

P. Se tiene la sensación en su país de que tras el cambio de régimen ha surgido una ostentosa élite capitalista

R. Esto es bueno, sin una élite capitalista no hay economía de mercado... y es así en todas partes, creo que también en España. El problema no es que las tiendas estén llenas de objetos de lujo, esto es necesario y pertenece al funcionamiento de la economía. El problema es que las diferencias son demasiado grandes ya veces muy llamativas. Nuestra obligación como Gobierno liberal-socialista es proteger a los que se encuentran en condiciones difíciles, a los perdedores de la economía de mercado.

P. ¿Cuándo se dio cuenta de que era imposible reformar el socialismo?

R. En los años setenta, cuando establecimos relaciones con la socialdemocracia occidental y pudimos ver el funcionamiento de la economía y del sistema pluripartidista. Esto fue decisivo para comprender que las reformas no bastaban y que era necesaria una transformación.

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