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Un filete entre dos panes

"Somos el filete de un bocadillo", explica Luis Viejo, propietario de una tienda de joyería antigua del Mercado Puerta de Toledo. Una mitad del pan es el Ayuntamiento, y la otra, el Instituto Madrileño de Desarrollo (Imade). El bocadillo iba a ser devorado por los turistas, que participarían en el recorrido que empieza en el Palacio Real, continúa en la iglesia de San Francisco el Grande; con parada en el Mercado Puerta de Toledo y sigue con el Centro de Arte Reina Sofía, el Prado, el paseo de la Castellana...O, por lo menos, así se lo habían vendido hace ocho años cuando se ideó el Mercado Puerta de Toledo, como un centro comercial y cultural de 25.000 metros cuadrados, "con la antigüedad más clásica y el diseño más rabioso", según explicó en el verano de 1988 el que fue gerente del complejo, José Carlos La calle. Era el Leguidú de los diseñados años ochenta; pero ahora, en los noventa, raro es el día en que entran 100 personas en- el recinto. "El proyecto inicial me parecía maravilloso. Hoy nos encontramos en una situación patética, el cliente que viene se pierde y lo tiene que traer el guarda jurado", dice Pilar Gayubo, dueña de una joyería.

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El Mercado Puerta de Toledo agoniza

Los inicios no pudieron ser más exigentes, y el Imade no dejaba instalarse a cualquiera. En 1988 funcionaba un comité de selección para que no entrase "ni un objeto con menos de un siglo ni una sola camisa que no fuera de autor", según relatan las crónicas de la época. La decoración y las instalaciones se tenían que atener a unas calidades, lo que ha provocado que algunas tiendas, cerradas o abiertas, tengan los suelos de mármol blanco o de parqué.

"Teníamos que presentar un pedigrí increíble" recuerda Concha García, dueña de una tienda de bisutería y joyas. El mágico mundo de lujo y arte atrajo a empresarios de toda España "Imagínate si era fastuoso el proyecto", recuerda el joven Sabino Orueta, "que una peluquería no era un negocio digno y tuve que esperar dos años para entrar". "Si cierro continúa el peluquero "¿qué voy a hacer con los 17 millones invertidos en las instalaciones? Como no traigo el pico y la pala y los lleve en escombros...". "Si me vuelvo a Bilbao", concluye, "voy a tener que pagar las obras hasta el año 200".

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