Clinton, un estratega en campaña
Precisamente en el momento en que más lo necesitaba, el presidente norteamericano, Bill Clinton, se ha encontrado con dos insospechados aliados en su campaña para las elecciones del próximo 8 de noviembre: Sadam Husein y Raoul Cédras. Ambos han servido para dar al presidente norteamericano los más destacados éxitos en política exterior de sus 20 meses de gestión. Y, de paso, un balón de oxígeno a su popularidad."Cinco días de despliegue iraquí y contradespliegue norteamericano en la frontera de Kuwait han hecho parecer a Bill Clinton un renacido estratega militar, escribía ayer el diario. The New York Times en un editorial.
El presidente norteamericano ha tratado inmediatamente de sacar provecho de esta situación con un discurso televisado el lunes por la noche, en el que destacó: "Estamos haciendo progresos en la construcción de un mundo con más seguridad, más paz y más democracia" dijo.
Esta vez, Bill Clinton tenía argumentos para sostener eso. Como él mismo dijo, en relación con la crisis de Haití, "en menos de tres semanas, el nivel de violencia ha descendido, el Parlamento ha vuelto a funcionar, los refugiados de Guantánamo están regresando y, ahora, los líderes militares se van del país".
Lo cierto es que, al margen de las dudas que sembró la gestión de paz de Jimmy Carter, Estados Unidos está a punto de alcanzar el objetivo fundamental de restaurar la democracia en Haití, y lo ha hecho sin sacrificar la vida de un solo soldado norteamericano. Como consecuencia, las críticas a esa misión se han silenciado, y una encuesta realizada por la cadena CNN indica que ya casi a mitad de la población aprueba la manera en que la Casa Blanca ha manejado esa crisis.
El movimiento de tropas iraquíes hacia la frontera con Kuwait le dio a Bill Clinton la oportunidad de redondear la jugada. El presidente puso en marcha un fuerte dispositivo militar en el Golfo convencido de que ni una sola voz republicana se atrevería a levantar se contra lo mismo que hizo George Bush cuando era presidente. Así ha sido. Sólo Oliver North, el oficial que cargó con la culpa del escándalo Irangate y que ahora es favorito para un puesto en el Senado por el Estado de Virginia, ha criticado al presidente.
Si es cierto que las tropas iraquíes están retrocediendo hacia el Norte, Bill Clinton merece el crédito por haber reaccionado con rapidez y con resolución. Es posible que sólo con esa reacción el presidente haya imprimido una nueva imagen a sir política exterior. Pero también es posible que, tratando de agotar su suerte, Clinton caiga en la tentación de imponer un mayor castigo al régimen de Sadam Husein.
. Es sabido que la política exterior no es en Estados Unidos un factor decisivo para ganar elecciones, pero sí puede servir para dar al presidente la imagen de autoridad y firmeza que le falta. Después de haber cancelado el lunes una gira de campaña, Clinton la reanudó ayer en el Estado de Michigan. Esa región tiene el nivel de desempleo más bajo de los últimos 20 años.
De hecho, los trabajadores se quejan por la excesiva cantidad de horas extraordinarias a la que están obligados. Sin embargo, Clinton es muy impopular. Quizá este nuevo Clinton, el renacido estratega militar, resulte más convincente a la hora de vender sus logros en la economía y en otros aspectos de su política doméstica.
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