Academia sin boina
La Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia celebró la semana pasada un importante cónclave donde se han redondeado ponencias que llevan meses trabajándose. En la asamblea no abundan boinas ni capellanes, y los que están es por indiscutibles derechos científicos. Veinte años antes habría habido más. En caseríos e iglesias sobrevivió el euskera a sus peores épocas, pero en este congreso no se trata de dar las gracias a nadie, ya se han dado, sino de meter el idioma en el laboratorio. El jueves pasado la sesión estuvo dedicada, por ejemplo, a los exónimos, a de qué manera escribir y pronunciar en euskera -bueno, como mínimo escribir- nombres propios extranjeros. Arriba, en la mesa, el presidente de la entidad, Jean Haritschelhar, un vasco francés que hace 25 años enseñaba castellano en Bayona.Haritschelhar, animoso, cordial, está particularmente contento de cómo van las cosas. "Mire, a los tres meses de morir Franco, don Juan Carlos dio a esta academia rango real. Era el primer síntoma de que las cosas empezaban a cambiar" para bien. Asegura que el debate lingüístico no está contaminado por politiqueos. Que ya es historia la farragosa disputa sobre la ad ministración ortográfica y fonética de la hache y que apenas quedan algunos del PNV, "no del Gobierno", que por funda mentalismo aranista "y contra la etimología" están empeñados en poner una zeta a la palabra Euskadi. Una de las preocupa ciones de la casa es evitar al euskera préstamos de otras lenguas. "Porque los présta mos nos dividen. En Iparralde nos vienen del francés, y en la parte española, del castellano". Tampoco ve ninguna malicia en la vigilancia de los contagios el académico José Luis Lizundia, que además ha estado en la cocina del congreso, atento a que nada falla ra. "Todos los idiomas tienen una prevención lógica contra los contagios. No se trata de ser puristas, pero hay que estar alerta. No ser puristas quiere decir que ni el castellano ni el vasco han de buscar otra palabra para decir fax, aunque venga del inglés. Y en eso a veces hay esfuerzos inútiles, como el empeño, durante el franquismo, de decir balompié en lugar de fútbol. Además, el inglés responde mejor al genio de nuestro idioma que el castellano, del que, por lógica, nos tienen que venir los contagios".
La Academia quiere realizar el gran sueño de fijar una lengua estándar, más allá de todas sus contundentes variantes dialectales. Haritschelhar envidia que el catalán haya tenido una Barcelona, "porque todas las lenguas que han triunfado son lenguas de la urbanidad. Desengáñese, lo rural desaparece. En Francia, con 300.000 agricultores habría suficiente". Y lo dice con la misma severidad con que defiende un bilingüismo posible, donde una lengua no mate a la otra. "Una lengua la defiende quien la habla y no decretos que obliguen a su uso", comenta antes de despedir con un adornado puaff a la ley Toubon, un rigorista proyecto francés que habrá circulado como una tentación por algunas consejerías autonómicas españolas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.