Un ruandés responde
En la vida, nada hay más extraño que amar la verdad y la exactitud en los otros, mientras uno mismo está cegado por resplandores embusteros y noches llenas. de penumbra. En EL PAÍS del 16 de septiembre, un zairo-ruandés llamado Antoine Rubaki Jibo, -sin ningún reparo, lanza contra los misioneros que trabajan a favor de los refugiados ruandeses, que han sido obligados a dejar su país, la acusación de alentar a los refugiados hutus para, que no vuelvan a Ruanda.Querido compatriota, ¿has visitado realmente los campos de Burundi, Ruanda y Zaire, o bien lo has soñado y ahora nos escribes el fruto de tus sueños? ¿Eres acaso capaz de valorar el grado de seguridad con el que estos refugiados van a encontrarse una vez que hayan podido regresar al país? ¿Dónde van a cobijarse si sus casas han sido ya ocupadas por otros? ¿Cómo quieres que esos desafortunados regresen si saben que otros que lo hicieron antes recibieron ya su billete para el otro mundo? Y todas estas cosas ¿son invenciones de los misioneros o más bien evidencias que saltan a la vista? Ojalá que nuestros amigos y nuestros parientes pudiesen pronto regresar a su hogar. Pero no les podemos pedir que se lancen ciegamente al abismo.
Tenemos que aprender los ruandeses que la razón debe prevalecer sobre las armas. Debemos aceptar el fracaso de nuestros políticos y el nuestro mismo antes de echar sobre otros nuestras propias culpas. Sólo así podremos apelar a la comunidad internacional para que juzgue a los culpables de ambos lados. Y eso no va a ser posible si hay quien se sitúa por encima de la ley y se siente autorizado a cometer impunemente crímenes contra la humanidad.-
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