Hombre de poca fe
El presidente se ganó una bronca de campeonato al no conceder la segunda oreja del séptimo toro. Los aficionados tenían tantas ganas de que Cepeda traspasara a hombros la puerta del Príncipe -para ello hacen falta tres orejas- que, al final de la corrida, olvidaron la severidad que habían mantenido a lo largo de la misma y se dejaron llevar por el sentimiento. Sabían todos, sin embargo, que Cepeda no merecía las dos orejas de ese toro, ni su actuación en conjunto había alcanzado los honores de la puerta principesca. Será verdad, no obstante, que la afición de Sevilla desea con más ardor que Cepeda sea figura que el propio torero. De ahí, el ánimo que le insufló durante el festejo y el enfado final con el usía.Fernando Cepeda se encerró en La Maestranza con seis toros con el objetivo de dar un giro nuevo a su alicaída carrera. Al final mató siete porque pidió el sobrero. Cortó dos orejas y no despejó la duda. Para nadie es un misterio que Cepeda atesora cualidades extraordinarias junto a grandes defectos que justifican su situación actual. Por lo visto en La Maestranza, poco ha cambiado. Sigue siendo un hombre de poca fe, ayuno de confianza en sí mismo, cargado de dudas y falto dé emoción.
Bohórquez / Cepeda
Toros de Fermín Bohórquez, justos de presentación, flojos y nobles; destacaron 1º y 5º; 7º, de regalo, de Diego Garrido, noble y parado. Fernando Cepeda, único espada: media atravesada y dos descabellos (ovación); media atravesada (silencio); pinchazo (silencio); dos pinchazos, casi entera y descabello (silencio); pinchazo, estocada aviso- y dobla el toro (oreja); estocada tendida (ovación); estocada (oreja). Plaza de la Maestranza, 1 de octubre. Corrida a beneficio del proyecto de desarrollo de Manos Unidas en Ruanda. Más de media entrada.
Los toros, justos de presentación y sin cara, flojos y nobles, le hubieran ofrecido un triunfo grande si el torero se hubiera entregado. Pero su ánimo parece cogido con alfileres, es corto su sentido del riesgo y resulta escasamente variado con capote y muleta. Así, en el primer toro, el más boyante, toreó bien a ráfagas por naturales, pero ni ligó ni se entregó. Cuando murió el animal, no apareció ni un solo pañuelo. Al segundo le realizó un buen quite por verónicas y, después, sele notó que torea poco. Se pararon toro y torero en el tercero, y sólo llegó a dibujar dos naturales. Al cuarto, que era el más descastado, lo toreó por verónicas y lo mató pronto.
Despertó el torero en el quinto, y ligó, por fin, por ambas manos, en una labor emotiva pero sin arrebatos. Su escaso lucimiento en el sexto, muy flojo y parado, le obligó a pedir el sobrero. Más decidido en este toro, su labor fue irregular pero mató bien. Al final, se llevaron a hombros al torero, y en los aficionados quedaba un rictus de incertidumbre: ¿tiene futuro este Cepeda, hombre frío e inseguro y torero de finas cualidades?
Por otra parte, el banderillero Juan Carlos de los Ríos sufrió una cornada grave en la novillada que se celebró ayer en Fuengirola (Málaga).
Babelia
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