Costa Gavras se refugia en la ópera
Harto de la cultura del 'videoclip', el director de cine debuta con Haydn en Nápoles
Cualquiera es muy Ubre de dar sorpresas, sobre todo si son agradables. Costa Gavras lo ha hecho, al debutar el jueves como realizador de ópera, con un título -El mundo de la Luna- absolutamente desconocido y de pura fantasía, firmado por Franz Joseph Haydn. Algo que está muy, lejos de Z o Missing, por citar dos de las películas eminentemente políticas que han hecho famoso al cineasta griego. Hablando con él se descubre que, junto a la pasión por la música, hay un factor importante en este cambio: Gavras está harto del ritmo de videoclip que sacude a- todo el cine.
"La ópera es otra cosa. Con ella te puedes tomar todo el tiempo. Un aria pueden ser sólo cuatro líneas de texto y durar 15 minutos", dice. Costa Gavras habla en el teatro San Carlo de Nápoles, en una pausa del ensayo general. Y se le ve a gusto en su nuevo cometido. "Este trabajo es como un juego. Con esta gente, los que estamos aquí, nos hemos visto cuatro o cinco veces. Todo se prepara sobre el tablero, se construye este castillo de fantasía y luego cada cual se va por su lado", dice mientras se acerca el director musical, Salvatore Accardo.Famoso violinista y director de orquesta, Accardo es el alma fuerte de estas representaciones de El mundo de la Luna y el promotor de una idea con la que logró entusiasmar a Gavras, del que era amigo, y a otra amíga personal, la arquitecta y escenógrafa Gae Aulenti.
"Yo quería, desde hace tiempo, hacer algo con Costa, pero él se negaba a abordar al guna ópera que fuera conocida, porque le daba miedo. Le ofrecí dos títulos de Haydn, y eligió El mundo de la Luna. Le entusiasmó el libreto de Carlo Gol don¡", explica Accardo, que sólo tiene noticia de que esta ópera se haya representado en Palermo, "quizás hace 20 años", tras su estreno, en 1777.
El montaje que se puede ver en el San Carlo es una fuente inagotable de hallazgos. Hay un enorme telescopio que sube y baja parodiando el clima lunar y sensual de la obra; escenas de un Kamasutra de tiempos del marqués de Sade; unas hijas tan encerradas por su padre que aparecen en una enorme jaula suspendida de un gran lazo; y el padre, avaro y obsceno, que se llena de estrellas cuando fuma el opio que cree que le llevará a la luna. Hay alcachofas gigantes, planetas que suben y bajan, un motel con luces de neón que cubre a dos enamorados mientras cantan un duetto; y hasta un juego de telones que se desplazan para dar efectos de encuadre ciriematográfico.
"Todo salió muy fácil, en cuanto empecé a trabajar con Gae" dice Costa Gavras. "Todo está en Goldoni. Basta leer el libreto, que no prevé estas escenas pero sí las cuenta", replica Gae Aulenti, autora de los magníficos decorados.
Alguna de las sorpresas que depara El mundo de la Luna viene, en efecto, directamente de Carlo Goldoni, al que Haydn conoció durante su estancia en Venecia. El heredero de la commedia dell'arte nos descubre que, igual que los norteamericanos de hoy, los hombres del siglo XVIII utilizaban el telescopio sobre todo para una cosa: "Guardare le donne quando van no al letto" (Ver a las mujeres cuando van a la cama).
"Ya ve que las cosas no son tan distintas", dice Costa Gavras. "En el mundo de hoy hay tantos políticos que aseguran que nos llevarán a la Luna y nos prometen cosas que no podrán cumplir...". Resulta difícil no hablar de política con este realizador, porque el tema le surge de modo espontáneo Y no precisamente para alabar el estado acual de las cosas. -1 "Es trágico, es terrible, espantoso", dice. "Los escándalos están haciendo que los políticos pierdan toda credibilidad Es tremendo que la gente se desinterese totalmente, porque eso puede servir de alibi para comportamientos peligrosos Todo esto ocurre, además, en unas democracias que fucionan, pero en las que ya no hay propuestas de sociedades alternativas como cuando existían los bloque?', afirma.
También resulta imposible no hablar de cine con Gavras, aunque sea para recordarle que quienes le precedieron en el camino desde su mundo a la ópera, o viceversa -Visconti, Zefirelli, Tarkovski, Herzog, Wertmuller, entre otros- eran cineastas de un perfil muy distinto al suyo; o que un gran realizador de ópera, Patrice Chéreau, acaba de abandonar definitivamente la lírica para dedicarse al cine.
"Bueno, Chéreau había hecho tantas cosas extraordinarias en el teatro que era normal que se tomara un respiro. Su última película, La reina Margot, es bellísima. ¿No cree?". Sí, aunque su cine de época resulta ser tan frenético y violento como las películas de Arnold. Schwarzenegger. "Claro, pero eso es por el problema del clip, que está poniendo las cosas imposibles. Tenemos que volver a Bresson y a los grandes maestro americanos, porque, si seguimos así, acabaremos volviendo histérico a todo. el mundo". La "cultura del clip" es la bestia negra de Gavras, que le atribuye un papel fundamental en la degeneración de la política. "Violencia, individualismo, amor al dinero, eso es lo que traen hoy las películas, haciendo posible que ciertos comportamientos existan y se difundan afirma.
Pero ello no quiere decir que el director griego afincado en París haya renunciado al cine. "Es lo único que creo que sé hacer" dice. Por el contrario, su estancia en Nápoles será muy breve, ya que tiene que volver a enfrascarse en el guión de la película que rodará el próximo año, con Gerard Depardieu como protagonista. ¿Será política? "Bueno, todo es político hoy dia". ¿Pero política como argumento, en primera lectura? "Sí sí. Creo que será política".
Babelia
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