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El Congreso de EE UU da por muerta la reforma sanitaria este año

Antonio Caño

El presidente norteamericano, BilI Clinton, sufrió uno de los más graves traspiés de la primera mitad de su Gobierno, cuando el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, George Mitchell, agotado en su intento de armonizar los intereses de la Casa Blanca y el Congreso, abandonó ayer sus esfuerzos para que sea aprobada este año la reforma sanitaria, que constituye la espina dorsal del programa legislativo de esta Administración.

George Mitchell explicó en conferencia de prensa que, después de meses de negociaciones con la oposición republicana para intentar sacar adelante esta fundamental legislación, el obstruccionismo de la minoría hace imposible seguir adelante, al menos hasta el año próximo. "Aunque los republicanos son una minoría en el Congreso, en el Senado son una minoría con poder de veto, por lo que tienen poder para obstaculizar una legislación, como ha ocurrido con la reforma sanitaria. Por tanto, está claro que no podrá ser aprobada este año", declaró.Clinton reconoció que lamentaba profundamente que el Congreso le impidiera cumplir con su promesa electoral de darle a todos los norteamericanos cobertura sanitaria para finales de 1994, pero animó a los parlamentarios de su partido a que "no se rindan" y que sigan luchando para vencer la resistencia de los republicanos. "No tiramos la toalla en nuestra misión de dar cobertura sanitaria a todos los estadounidenses", afirmó.

Mitchell, sin embargo, sólo parecía dispuesto a seguir dando la batalla a partir del próximo mes de enero, confiado en que, según dijo, "es inevitable que una reforma global del sistema sanitario sea aprobada". El actual Congreso finalizará sus sesiones el mes próximo para dar paso a la campaña para las elecciones legislativas de noviembre.

Los grupos de intereses

El presidente norteamericano culpó de este obstruccionismo a "los grupos de intereses especiales, que se han gastado 300 millones de dólares [en una campaña propagandística] para detener la reforma sanitaria". Clinton dijo que ahora va a concentrar todos sus esfuerzos en la aprobación de la reforma de las leyes sobre financiación de campañas políticas y sobre la actuación de los grupos de presión, "para volver después a luchar por la reforma sanitaria".George Mitchell explicó que le ha sido imposible conseguir los 60 votos necesarios para aprobar la reforma sanitaria. Para alcanzar esa cifra hubiera precisado el apoyo de algunos senadores republicanos, en lo que Mitchell fracasó, pese a haber ofrecido en última instancia una versión muy moderada del plan inicial.

Desde que el presidente Clinton presentó su plan para dar cobertura a los 39 millones de norteamericanos sin atención sanitaria, éste sufrió numerosas modificaciones para aproximarlo a la oposición. La autora del plan, la esposa del presidente, Hillary Rodham Clinton, negoció extensamente con los miembros del Congreso y aceptó introducir reformas, pero todo resultó inútil. Los republicanos, que acusan a la Casa Blanca de pretender una reforma de inspiración socialista que exigirá mayores impuestos y hará perder calidad a la sanidad, hicieron de este asunto desde el principio una bandera política.

La proximidad de las elecciones de noviembre complicó aún más las cosas, ya que los republicanos no querían darle a sus rivales demócratas una baza ante las urnas del tamaño de la reforma sanitaria. De esta manera, Clinton llega a esas trascendentales elecciones con un bagaje de triunfos muy escaso.

Ya hace meses que organizaciones conservadoras próximas al Partido Republicano desataron una campaña en la televisión y en la prensa en la que se ridiculizaba la reforma propuesta por la Casa Blanca. Esa campaña, de gran repercusión nacional, obtuvo su efecto, y la opinión pública considera ahora menos urgente que antes esa reforma, según recogen las encuestas.

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