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Paseo de la Castellana, número 0,7

La acampada ante el Ministerio de Economía para elevar la ayuda al desarrollo concita a gente no organizada atraída por la solidaridad

Un hombre engominado, con teléfono portátil en una mano y un portafolios en la otra, se abre camino entre tiendas de campana , sacos de dormir y caras somnolientas. Es viernes por la mañana y las nubes están a punto de descargar sobre la acampada de la Plataforma 0,7%. "Traigo una carta del Banco Mundial", dice. El recién llegado es Carmelo Furci, representante de este organismo ante los medios de comunicación, y su traje impoluto contrasta con las ropas de abrigo de los acampados, que cumplen ya una semana de guardia ante el Ministerio de Economía para reclamar el 0,7% del PIB para ayudar a países en desarrollo.La misiva que porta Furci responde a las duras críticas de la Plataforma 0,7% a la política del Banco Mundial. La institución monetaria parece que se muestra dialogante, ahora que sus miembros están a punto de llegar a Madrid para celebrar su reunión anual.

En, el momento en que se acerca Furci, varios de los acampados mantienen una reunión. Hablan de las acciones que emprenderán durante el día para hacer llegar cada vez más lejos sus reivindicaciones de solidaridad con el Tercer Mundo. Tal y como hacen cada mañana, desde hace siete días, cuando comenzó la acampada. Y aunque la lluvia ya empieza a caer y el viento sopla inclemente desde el pasado miércoles en el madrileño Paseo de la Castellana, los acampados por el Tercer Mundo continúan durmiendo al raso.

Inauguraron la campaña del 0,7% frente a la sede del Ministerio de Economía y Hacienda apenas cinco tiendas, todas ellas levantadas por personas implicadas con la Plataforma 0,7, nombre que agrupa a comisiones de toda España. Les une un empeño: que los próximos Presupuestos Generales del Estado destinen un 0,7% en ayuda a los países del Tercer Mundo. "Pero que sea una ayuda seria y controlada", cuentan entre varios. Ahora ya hay algo más de 50 tiendas plantadas. Como si la lluvia las hiciera crecer cual níscalos. Y ya no representan únicamente a grupos vinculados directamente a la Plataforma.

Jubilados que viven en barrios de la afueras de Madrid, mujeres feministas, ecologistas, jóvenes de izquierdas, estudiantes de colegios mayores, religiosos... es como si parte de los sectores más progresistas de la sociedad hubiera estado esperando durante años la llegada del 0,7% para unir sus fuerzas y dejarse oír con una voz común.

Por la noche, durante esta primera semana de acampada, se han reunido a dormir cerca del centenar de personas. Con el fin de semana el número aumenta y tras la fiesta del Partido Comunista, que se celebra estos días en la capital, se espera mayor afluencia de visitantes y acampados. De día se ven menos personas. Si llueve o hace frío cuando el sol se va, los que permanecen en el campamento se instalan en la boca de metro de la plaza de Cuzco, a escasos metros del Ministerio. Eso, cuando los guarda jurados del metropolitano no se lo impiden.

No pasa día en que no se acerque gente con comida y termos llenos de café. "¿Cómo lo lleváis", preguntan, "¿mucho frío?". Unas religiosas que viven en el extrarradio de Madrid se pasan todos los días por Cuzco para ver lo que necesitan los acampados. "¿Sábanas?", dice en alto Dolores Hurtado, una de las monjas. "Pues mañana las traemos", concluye.

El pasado jueves se acercó por la Castellana una pareja de profesionales con la intención de instalarse en los próximos días con su tienda. Ella trabaja en una embajada y está escandalizada con los gastos destinados para la preparación del encuentro del Banco Mundial, a los que tiene acceso desde su puesto de trabajo, según explica. "Nos venimos a la acampada para protestar por este despilfarrro que podría ir en ayuda de los más necesitados", cuenta.

Tras las visitas de los ciudadanos cae la noche y Julio Santamaría, de 60 años, desempolva sus recuerdos del tiempo que pasó en Argentina. Tuvo que salir de allí pitando, cuenta, a causa de la dictadura. Se coloca una linterna de minero en la cabeza y con un mate en la mano, el recipiente en que los argentinos toman sus infusiones, se pasea por la acampada. A esa hora suenan los primeros acordes de la guitarra de un joven. Y los más lanzados comienzan a danzar al son de la música para entrar en calor.

Todos los acampados ayudan a ordenar y a recoger. A las 11 llega la cena, tras la puesta en común en que se lleva a cabo un repaso al día que ahora concluye. Los acampados cocinan uno de esos calditos que hacen revivir a un muerto. Los más trasnochadores se van al metro a quitarse el frío. Mañana continuarán a las puertas del ministerio. Así, hasta que les hagan caso.

Espontáneos en la acampada

Eduardo Vilamajor se enteró por la prensa de las movilizaciones para conseguir el 0,7% de los Presupuestos Generales en ayuda al Tercer Mundo y no se lo pensó dos veces: el lunes tomó en su Mataró natal el primer tren hacia Madrid y se plantó en la acampada del Paseo de la Castellana. "Quería ver cómo se mueve esta gente", cuenta. Tiene 18 años y dijo en casa que se iba a un pueblo cercano. Ayer regresó a Cataluña para no preocupar más a sus padres. Pero se le ha metido el gusanillo en el cuerpo y asegura que ayudará a montar actividades por el 0,7% también en Barcelona.Eduardo no es el único espontáneo que ha saltado al ruedo del 0,7%. Juanjo ronda los 40 y vive en la calle y de lo que pide en ella. Merodea siempre por la zona de Cuzco, junto a Economía. Desde que la Plataforma 0,7% se plantó en Castellana, se ha convertido en la sombra de los acampados. Les ayuda a fabricar las pancartas con lemas como "solidaridad". Duerme recostado en un banco junto a las tiendas.

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