Una entrevista a la Constitución
Pregunta. Supongo que conoce ya la polémica de estos últimos meses sobre la conveniencia o no de cerrar el modelo autonómico que en su texto se dibuja. ¿A qué se debe tal revuelo?Respuesta. Creo que coinciden dos fáctores de tipo coyuntural. Por un lado la falta de mayoría absoluta del partido en el gobierno ha convertido en imprescindibles los votos, de las fuerzas nacionalistas periféricas, y ello se ha intepretado como un posible signo de supremacía de "intereses particulares" en relación a unos pretendidos "intereses generales". Por otro lado, el pacto autonómico de 1992 y la ampliación de las competencias a las autonomías de mi artículo 143 han despertado en algunos la inquietud sobre la conveniencia o no de la igualación de todas las Comunidades Autónomas (CC AA).
P. ¿Y usted qué opina?
R. Mi posición, como puede suponer, es un poco delicada. Ahora bien, como mera opinión personal le diría que cuando me redactaron las preocupaciones eran otras. Piense que a lo largo del proceso constituyente se tardó más de un año y medio en dar con una fórmula que satisficiera a nacionalistas y a los que defendían una concepción unitaria del Estado. Mire, de hecho se trataba, y se trata, de resolver al mismo tiempo problemas políticos de encaje de las realidades nacionales que conviven en España y los problemas de descentralización administrativa, que parecía conveniente tratar también de resolver. Cuando las cosas se quieren llevar hacia un extremo, el proyecto, mi proyecto, chirría.
P. ¿No cree que la presión de los nacionalistas es excesiva? ¿No deberían aceptar un límite: el reconocimiento leal de la realidad nacional española?
R. Permítame que le hable del sentido de mi redacción. La originalidad de ese famoso Estado de las autonomías era su gran adaptabilidad a las diferencias. A partir de ahí, mi texto proclama como valores fundamentales a respetar por todos los tres siguientes: unidad, autonomía y solidaridad. Dentro de ese marco caben muchas diferencias, y como recordará, en mi redacción esas diferencias se consagran: nacionalidades y regiones; vías históricas, rápidas y lentas de acceso a la autonomía; reconocimiento de los derechos históricos de los territorios forales; o la oficialización de la realidad diferencial lingüística. Y si habla de mi relación con catalanes y vascos, recuerde que en mi redacción catalanes de diverso signo se comprometieron claramente, y los vascos quizás más resignados, optaron por ni rechazar ni aceptar, logrando una posición en el tema financiero envidiada por las restantes CC AA. Los límites están claros en mi texto, y por lo que se refiere a la lealtad, yo la veo como una calle de doble sentido.
P. Parece desprenderse que del desarrollo de su modelo autonómico no cabe esperar una real igualdad competencial entre las CC AA.
R. En mi texto no se imponía la desigualdad. Simplemente se hacía complicado llegar a ella. Después, los pactos de 1981 sancionaron la existencia de realidades distintas, Al pasar los cinco años previstos en mi artículo 148, muchos pensaron que la desigualdad era provisional, y empezaron a pedir más competencias. Y ahora con los nuevos pactos y la ley de transferencias vuelve a surgir el tema de la simetría competencial. La verdad es que de prosperar esa visión lo que no tendría sentido es la distinción entre nacionalidades y regiones de mi artículo 2 que respondía a algo más profundo que un mero enunciado. La autonomía en España ha servido para proteger a realidades nacionales diferenciadas, y para resolver un tema general de organización del Estado. Si se aprieta en la visión organizativa, se resiente el encaje de esas realidades nacionales en mi proyecto. Si sólo se quiere resolver el tema de una o dos comunidades, entonces se resiente la organización general.
P. ¿Y entonces? ¿Todo vale?
R. Estamos entrando en tema para mí espinoso, porque estoy hablando sin la ayuda de mis intérpretes más cualificados (aunque su sentencia de la LOAPA me sirve de sostén). Pero, mi opinión es que mi redactado responde de manera más clara a la pretensión de tratar de forma diferente situaciones que también lo eran, que a la demanda de resolver de forma sistemática la organización del Estado. Lo que algunos querían encontrar en mi redacción era una cierta garantía de que sus diferencias serían respetadas, y ello creo que se consiguió. De hecho, lo que hago es reconocer derechos y situaciones históricas que mis redactores no podían ignorar.
P. ¿No condena eso a una posición subordinada a un conjunto de CC AA que no cumplan con esos requisitos históricos diferenciados?
R. No creo que sea sostenible que por mi culpa algunas comunidades tengan un desarrollo económico peor. Además, tenga en cuenta que casi todos mis comentaristas afirman que el ampliar las cotas de autonomía dependerá más de una efectiva voluntad política que de las especificaciones constitucionales o estatutarias. Por otro lado, las diferencias económicas entre comunidades son ahora menores que antes de mi nacimiento.
P. ¿Y no cree que para llegar a esto hubiera sido mejor hacerle un traje federal? Lo del Estado de las autonomías sólo crea líos.
R. Los "líos" o conflictos son inevitables. Lo importante es tener cauces para afrontarlos e intentar resolverlos. Creo que. cuando me hicieron asustaba mucho lo de "Estado Federal", y ahora muchos ven ventajas a ese "traje a medida" que me hicieron. Si nos fijamos en las cons5tuclones federales, tendencialmente más igualitarias, funcionan bien en contextos culturalmente homogéneos, o al menos en los que las diferencias no tengan base territorial.
P. Finalmente, ¿qué opina sobre la reforma del Senado?
R. Permitirá que no ponga más en peligro mi reputación opinando sobre temas coyunturales. Pero, le diré que por mucho que en el Senado se sienten como iguales los presidentes de las CCAA, la misma realidad diferencial española y las propias diferencias competenciales (algunas imposibles de igualar nunca ya que el supuesto dé hecho que las justifica no se da) convertirá en inevitables los mecanismos bilaterales. Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona.
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