Indignación en la comunidad haitiana de Miami
Tendría que haber sido un día de fiesta para los 125.000 haitianos que viven en Miami. La invasión militar de su país se evitó en el último momento, los militares aceptaron entregar el poder y las tropas estadounidenses estaban llegando para garantizar la paz durante la transición a la democracia. Sin embargo, el sentimiento generalizado en Little Haiti era el lunes de desilusión, indignación y sospecha. Inmigrantes jóvenes y adultos lamentaban que una vez más los gorilas que gobiernan en Haití han embaucado a Washington con una promesa escrita, que no tienen intención alguna de cumplir.
"El presidente Clinton ha asestado un duro golpe al pueblo haitiano. Le está diciendo a los dictadores militares de todo el mundo que pueden protagonizar golpes de Estado y masacrar a sus pueblos y luego ser recompensados con un apretón de manos", dijo Roger Biambi, un activista exiliado que dirige una agencia de empleo de la Iglesia.Muchos haitianos acusaban el golpe al escuchar a los dirigentes norteamericanos, que hasta el domingo habían calificado a los líderes militares haitianos de opresores asesinos, y de repente empezaron a hablar de respeto mutuo entre las autoridades de EE UU y de Haití y a hacer llamamientos al sentido del deber y del honor de los haitianos. Todos ellos se mostraban muy escépticos de que el general Raoul Cédras y sus colegas abandonen el poder a mediados de octubre, según especifica el acuerdo.
Una y otra vez los haitianos recordaban el acuerdo firmado por Cédras en la isla del Gobernador (Nueva York) el año pasado, en el que se comprometía a entregar el poder no más tarde del 15 de octubre de 1993. Pasó esta fecha y otras muchas más y el general siguió al frente, del Ejército, y el presidente Jean-Bertrand Aristide aún continúa en el exilio.
"Recuerdo muy bien lo que sucedió el año pasado. Esperábamos y creíamos que el presidente regresaría, pero no ocurrió nada. Ahora, es el mismo mes, la misma situación", apuntó Jean Baptiste, un exiliado político de 24 años. "¿Por qué el presidente Clinton promete tantas cosas y luego miente ante el mundo?".
En las calles de Little Haití, muchos sugerían que ha habido un acuerdo secreto para retrasar el regreso de Aristide o mantenerlo bajo control, mientras se permite una retirada dorada y segura de la Junta militar haitiana. Asimismo, expresaban el temor de que, a pesar de la presencia de los marines, los secuaces de los militares y sus ' aliados tengan libertad para acciones de venganza contra los seguidores de Aristide.
"¡Este documento que han firmado no significa nada para nosotros!", clamaba un anciano de nombre Joseph St.Marc. "¡Si permiten que estos criminales circulen con libertad, será el pueblo, hambriento, sediento y desnudo, quien decidirá qué hacer con ellos. Es el pueblo el que dirá no!".
Al clamor contra el acuerdo con la junta haitiana hay que añadir el miedo reinante entre los 20.000 refugiados en Miami que tramitan ante las autoridades estadounidenses su solicitud de asilo político. Temen que se les obligue a regresar a su país.
Con la ocupación de Haití por las tropas norteamericanas y. el pacto con los militares golpistas para que abandonen el poder, Washington podría considerar que ya no se dan las circunstancias de inseguridad reinantes hasta ahora y obligar a los haitianos a regresar a su país, según fuentes de los exiliados.
El abogado del Centro de Refugiados Haitianos de Miami, Steven Forester, aseguró que los refugiados, en general, desean volver a Haití, pero sólo con Aristide en el poder.
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