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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aniversario palestino

UN AÑO después de los acuerdos de Washington entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, (OLP) la autonomía de los territorios de Gaza y Jericó coniienza a hacerse realidad. El balance de la construcción de la paz, es decir, de un mundo nuevo en lo que ha sido durante estos últimos 50 años la parcela más caliente del planeta, es complejo. Pero el mero hecho de que podamos empezar a establecerlo reviste ya una formidable trascendencia y una gran esperanza.El líder de la OLP palestina, Yasir Arafat, lo acaba de decir y cometeríamos pecado de papismo si no le concediéramos autoridad para hacer un primer apunte. "Los progresos efectuados son inimaginables", ha dicho. De las 35 competencias de gobierno que las autoridades israelíes se habían atribuido sobre Gaza y Cisjordania que conquistaron en la guerra de 1967- seis han sido traspasadas ya a la autoridad palestina, entre ellas sanidad, educación y orden público. Se estudia el. inminente traspaso de algunas de ellas al resto de los territorios ocupados y, salvo en lo concerniente a Jerusalén, que los israelíes conservan y que los palestinos reivindican, está claro que el proceso de paz seguirá adelante.

Parece paradójico que quienes controlan este proceso de descolonización, los propios israelíes, sean los que se muestran menos encantados con la marcha de las cosas. El primer ministro Isaac Rabin no deja de exigir a la nueva policía palestina la represión de todo brote anti-israelí en las áreas bajo su control. No debe extrañar. Los recelos son aún grandes. Y, en el mejor de los casos, tardarán generaciones en desaparecer. Pero los palestinos tienen ya su policía. Y su coordinación con las autoridades israelíes funciona. Algo inimaginable hace tan sólo un año.

En el campo palestino también hay disensiones. Personalidades del interior que han participado en el proceso de paz, como Faisal el Huseini y Hanah Ashraui, han elegido la reclusión en lo profesional disgustados por lo que califican de arrogancia, autoritarismo y discutible competencia de Arafat. La tendencia al autoritarismo de Arafat es conocida. Y la sinceridad de sus convicciones democráticas, muy dudosa. Pero el 15 de diciembre tienen que celebrarse las primeras elecciones en el territorio y con ello adquirirá una legitimidad democrática todo lo avanzado hasta la fecha. Esa será, en cierto modo, la segunda firma de la paz entre los ex eternos adversarios.

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Con todo, un desarrollo paralelo, corno es el de las negociaciones sirio-israelíes sobre la devolución del Golán a Damasco, planea inevitablemente sobre los indudables éxitos en el proceso palestino. La liquidación de la ocupación israelí de las Colinas sirias es un componente inexcusable en el establecimiento de ese mundo nuevo. Es un elemento de primer orden para desarticular la oposición a Arafat en los territorios.

Las perspectivas no son malas. Los primeros pasos se han dado. Damasco ya habla de paz total a cambio de total recuperación de la soberanía sobre los altos. Rabin no ha hecho ofertas tan explícitas. Habla de retiradas parciales y periodos de prueba. Es comprensible. Pero el Golán habrá de ser sirio de nuevo para que la paz sea consistente. La seguridad, gran preocupación israelí, habrá de negociarse y ganarse. Porque la paz no es sólo un deseo, sino también una maniobra compleja, dura y que exije a todos los implicados el superar sus propios temores.

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