Los militantes clandestinos del FIS no se atreven a salir a la calle sin garantías del Gobierno
"Aún es muy pronto para volver a la vida normal, a la calle. Tengo miedo. Por ahora, prefiero continuar en la clandestinidad", aseguraba ayer un destacado militante del Frente Islámico de Salvación (FIS), responsable de una célula de defensa de los derechos humanos. La dirección política del FIS en libertad comparte estos temores y precauciones, tal y como lo demuestra su decisión de no acudir el próximo martes a la presidencia de la República, para sentarse a la mesa de negociaciones. La voluntad negociadora del régimen ha suscitado la repulsa de buena parte de la prensa y del ex primer ministro Reda Malek, para quien "la República está en peligro de muerte".
Los dirigentes excarcelados del FIS han iniciado ya sus contactos con el aparato político de la clandestinidad en un intento de tomar el pulso a la situación del país, conocer la realidad sobre el terreno y lograr las garantías políticas y policiales necesarias para convocar en una fecha no decidida a la treintena de miembros que forman parte del Consejo Consultivo o Majlis Chura.Este consejo, máximo órgano de. dirección comunitaria en el aparato del FIS, deberá decidir sobre los pasos a dar a partir de ahora y sobre la unificación de criterios para negociar con el Gobierno. Ello permitirá hacer un llamamiento a las facciones armadas para que dejen la revuelta. La convocatoria de una reunión de estas características está jalonada de dificultades y lleva su tiempo, "ya que a la misma deberían asistir algunos de los militantes en el exilio, como Rabah Kébir, que está en Alemania, o Anuar Hadam, que permanece en Estados Unidos", asegura un destacado miembro del FIS.
Pero ya se han dado los primeros pasos. Los contactos entre los dirigentes excarcelados y el aparato político del FIS se iniciaron minutos después de que los máximos responsables del partido, los imames Abassi Madani y Alí Benhadj, llegaran a su nueva residencia. Mientras Benhadj descolgaba el teléfono y se ponía en contacto con su abogado, Abassi Madani pedía ver y abrazar a su hijo Selman, quien se encuentra desde hace cerca de dos años detenido en la prisión de Barbarroja, en la alcazaba de Argel.
Se desconoce el contenido de la conversación que Alí Benhadj mantuvo con su abogado, de la misma manera que se desconocen las palabras que cruzaron Madani y su hijo, cuando finalmente pudieron abrazarse. Pero sin duda Madani debió preguntar a Selman por su madre y por sus dos hijos menores, quienes se encuentran en Orán, y por los dos mayores, exilados en Alemania, miembros de la dirección del FIS en el exterior sobre quienes gravita una pena de muerte dictada en rebeldía.
Escenarios desconocidos
Estos reencuentros de los dos dirigentes excarcelados del FIS se desarrollan en un escenario desconocido para la mayor parte de la clase política e incluso para los responsables de la organización intregrista en la clandestinidad. Nadie sabe con exactitud dónde están alojados Madani y Benhadj. Mientras algunos aseguran que se encuentran retenidos en Blida, otros afirman con osadía que se hallan en un edificio del Estado, en la avenida de la Independencia, en Argel.
En la calle, la mayoría de los periódicos, sobre todo los llamados independientes, surgidos en los últimos años, han cerrado filas en un frente de rechazo ante las decisiones adoptadas por el Gobierno. Son los primeros síntomas de una oposición firme a la política de diálogo impulsada por Zerual.
Para estos periódicos, la liberación de los dirigentes del FIS es una vergüenza, una equivocación y un paso atrás en la "democratización" de Argelia. La cabeza más visible de esta oposición es el ex primer ministro Reda Malek, quien hizo pública ayer una carta en el periódico El Watan en la que aseguraba que la excarcelación es una "concesión unilateral importante".
"El peligro que amenaza al país es que de concesión en concesión la situación empeore y se convierta en incontrolable. Hasta el momento, las medidas de apaciguamiento no benefician más que al terrorismo y el diálogo no ha servido más que para aumentar las presiones de los partidos sobre el poder", asegura Reda Malek en esta carta catastrofista, en la que acaba con un especie de llamamiento a los "patriotas", ya que, según él, "la República está en peligro de muerte".
Malek, cabeza visible del sector llamado erradicador, no está solo. Los observadores políticos y diplomáticos tratan de averiguar el calibre de las armas que se esconden detrás de este hombre, que hasta el pasado enero, además de presidir el Gobierno, formó parte de la presidencia colegiada de la República o Alto Comité de Estado, impulsora de la política antiterrorista a ultranza.
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