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Crítica:CINE: 'EL GRAN SALTO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Historia del 'hula~hoop'

Durante los 10 últimos años los hermanos Joel y Ethan Coen han realizado cinco películas que les sitúan a la cabeza de los cineastas independientes norteamericanos. Título revalidado por la Palma de Oro ganada en el Festival de Cannes por Barton Fink (1991), pero hay que reconocer que sus obras cada vez aparecen más alejadas de la realidad y más cercanas de los delirios de cualquier inteligente cinéfilo.Al estar financiada por Joel Silver, el productor, entre otras, de la violenta serie policiaca Arma letal, contar por primera vez con un gran presupuesto de 25 millones de dólares y unos enormes decorados de su colaborador habitual Dennis Gassner, este defecto se nota mucho más en su última película El gran salto.

El gran salto

Director: Joel Coen. Guionista: Ethan Coen, Joel Coen, San Raimi. Fotografía: Roger Deakins. Música: Carter Burwell. Estados Unidos, 1993. Intérpretes: Tim Robbins, Jennifer Jason Leigh, Paul Newman, Charles Durning. Estreno en Madrid: Fuencarral, Madrid, Dúplex, Rosales (V. O.).

Su milimétrica forma de trabajo, que deja muy poco espacio a la improvisación, y su concepción cinematográfica, donde cuenta más la forma que el contenido, hace que cada vez más sus películas sean brillantes, pretenciosos y fríos ejercicios de estilo.

El clarísimo punto de partida de El gran salto son las mejores fábulas socio-políticas realizadas por Frank Capra, pero mientras aquellas películas tenían una clarísima razón de ser, ésta no tiene ninguna. Al rodar aquellas grandes obras maestras Capra estaba dando su visión de la realidad norteamericana y además contando su vida, pero al hacer esta película los Coen sólo hacen un pastiche donde el claro mensaje del original se ha diluido hasta desaparecer.

Todavía más que sus anteriores obras, El gran salto es una pirueta, un puro malabarismo muy bien hecho, perfectamente rodado, pero al tratarse de una fábula no resulta muy claro que carezca de todo contenido, de cualquier moraleja. Narrada a lo largo de una vuelta hacia detrás que arranca el 31 de diciembre de 1958 para contar lo ocurrido un mes antes, gira en tomo a la historia de cómo un don Nadie se convierte en presidente de una importantísima compañía de Nueva York, gana una fortuna al inventar y comercializar el hula-hoop, para luego estar a punto de perderlo todo, y sólo recuperarlo gracias a la intervención de un ángel.

Con un claro sabor de historia navideña, pero muy lejos de la emoción que Frank Capra daba a sus historias, El gran salto es una película con excelentes escenas donde lo que se cuenta interesa muy poco y aún tiene menos gracia.

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