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Yeltsin acaba por decreto con el viejo sistema 'soviético' del teatro Bolshói

El santuario del ballet ruso funcionará a base de contratos

El teatro Bolshói se encuentra en vísperas de grandes cambios después de que el presidente ruso, Borís Yeltsin, firmara un decreto por el que introdujo el sistema de contratos en este santuario del ballet ruso. Nadie duda de que la medida, de hecho, pone fin a una época en la que el puesto de director artístico era prácticamente vitalicio y el destino de las estrellas dependía mucho de sus relaciones con el director. Los profesionales denuncian el autoritarismo, y algunas estrellas, como Maya Plisétskaya, se marcharon ante la falta de proyectos.

Las reformas que en los últimos años han modificado drásticamente a la sociedad rusa no habían tocado al Bolshói, que, enquilosado, impedía una renovación del ballet ruso. Muchos grandes artistas -por ejemplo, Maya Plisétskaya o VIadímir Vasíliev- tuvieron que abandonarlo precisamente porque el conservadurismo que reinaba en el Bolshói los asfixiaba.Yuri Grigoróvich, el director artístico que desde hace 30 años gobierna cual un dictador el famoso teatro, probablemente será la primera víctima del nuevo sistema que ha introducido Yeltsin. "Estoy completamente seguro de que éste es el comienzo del fin de Grigoróvich", comentó Gediminas Taranda, uno de los mejores bailarines del Bolshói, del que fue echado por el director artístico en febrero pasado.

Taranda se queja de que "los artistas no trabajan, no hay nuevas producciones y la atmósfera creativa es mala". Y añade el bailarín: "Se necesita una completa renovación del Bolshói, tanto en la ópera como en el ballet. Hoy el teatro se ha convertido en una mafia y Grigoróvich por 30 años ha sido un Stalin".

El autoritarismo de Grigoróvich es conocido por todos los amantes del ballet: por haber participado en giras sin obtener su permiso, el coréografo echó a la calle a once bailarines. Al mismo tiempo, el grupo Estudio de Grigoróvich, encabezada por este dictador del ballet, el año pasado se pasó cuatro meses en el extranjero, y otro grupo que dirige Natalia Bessmértova, esposa de Grigoróvich, estuvo de gira medio año.

Monopolio absoluto

Plisétskaya, desde Múnich, también aplaudió la intervención de Yeltsin en los asuntos del Bolshói y dijo que hace mucho tiempo que se debería haber introducido el sistema de contratos. "Es como se trabaja en el mundo entero", comentó, al tiempo que calificaba la actual administración del teatro de típicamente "soviética", en la que Grigoróvich tenía un "monopolio absoluto" como coreógrafo.Entre las personas que probablemente serán contratadas por el Bolshói de acuerdo con el nuevo sistema se encuentra precisamente Plisétskaya, su marido el compositor Rodión Schedrín, el violoncelista y director de orquesta Mstislav Rostropóvich, y la esposa de éste, la soprano, Galina Vishnévskaya.

El nuevo sistema de contratos no será introducido antes del próximo 22 de septiembre, fecha en que el Bolshói comenzará la nueva temporada. De acuerdo con el decreto de Yeltsin, el director general es nombrado por el Gobierno a propuesta del Ministerio de Cultura, pero no se espera que haya cambio en este puesto actualmente ocupado por VIadímir Kokonin.

Será Kokonin quien contratará a los directores artísticos de los diferentes grupos que existen en el Bolshói, después de un concurso. Es decir, que los que pretendan ocupar uno de estos cargos, deberán presentar su propio programa, y al autor del programa más interesente se le adjudicará el puesto.

Kokonin desea atraer al Bolshói a gente creativa, con ideas, para sacar al ballet del estancamiento en que ahora se encuentra. Sin embargo, uno de los principales dolores de cabeza que seguirá teniendo el director general, independientemente de las estrellas que pueda contratar, es el del financiamiento del teatro. Baste decir que el Estado actualmente da sólo dos millones de dólares anuales al Bolshói, mientras que los teatros extranjeros de semejante categoría reciben 20 o 30 veces más dinero.

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