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Una carrera de gallinas en Colmenar de Oreja acaba con agresiones a periodistas

Los vecinos reclamaban el 'toro embolado', prohibido por el Gobierno regional

Una divertida carrera de gallina se terminó ayer en Colmenar de Oreja (5.000 habitantes) en un intento de linchamiento de tres periodistas y otras dos personas que les acompañaban "para ver el pueblo". Tuvieron que permanecer tres horas en el Ayuntamiento custodiados por las fuerzas del orden. El millar de vecinos que se concentró frente a la casa consistorial pidió a gritos el toro embolado (un astado con bolas de fuego en los cuernos que se soltaba tradicionalmente durante las festejasen la plaza del pueblo y que el año pasado prohibió la Asamblea de Madrid). También pidieron que "degollasen" a los reporteros. Tras la de gallinas, había prevista una carrera de borricos que tuvo que suspenderse.

La Sociedad Protectora de Animales se había dirigido esa misma mañana al Ayuntamiento, según el alcalde, Antonio García (independiente) para impedir ambas pruebas. Los vecinos lo sabían.Colmenar era un tranquilo pueblo en fiestas a las 11.00 de ayer. Los dueños de los borricos que iban a participar en la carrera paseaban orgullosos a sus animales por las proximidades dé la plaza mayor, los vecinos cruzaban apuestas y los padres subían a los niños a los burros para hacerles fotos. El único problema era que Prosinéski, un borrico de 12 años, se había encaprichado de Moni, una hembra de su misma edad que había venido andando desde Chinchón con su amo para participar en la prueba, junto a otros cinco competidores. No pudo ser. La carrera tuvo que suspenderse.

Media hora después las gallinas corredoras se empezaban a reunir en la plaza con sus animales en brazos. Nuevas bromas del público, esta vez sobre el desigual peso de las aves. Un chaval de 12 años, Daniel, había venido desde otro pueblo a traer a su gallina Turuleta y otra, Caponata, que había prestado a su primo. LuisManuel, el campeón del año pasado.

Dos hombres de mediana edad comenzaron a seguir a los periodistas, insultándoles y aconsejando a los dueños de los animales que no respondiesen a preguntas tales como ¿Cómo se llama tu gallina?, ¿cómo la has entrenado?, ¿qué és lo más dificil?'. Su idea obsesiva se repetía: "Vienen a destrozar las fiestas, a meterse con nosotros".

La carrera empezó a las doce. Las 23 gallinas participantes tuvieron que dividirse en dos tandas porque no cabían en el punto de partida. Muchas salieron volando nada más soltarlas, pasando totalmente del trazado acotado con vallas. Sus dueños corrían detrás, azuzándolas estaba prohibido tocarlas- e ingeniándoselas para que las aves corrieran, primero hacia la meta y luego en línea recta. Esto era lo más díficil, según el ganador de la primera manga, David Arribas. El dueño de la campeona, Chirla, no quiso dar su nombre ni hablar con los periodistas.

Poco después de terminar la carrera, un grupo de jóvenes comenzaron a insultar a la periodista de EL PAíS, porque, según decían, los reporteros eran los responsables de que les hubiesen quitado el toro embolado. Tuvo que resguardarse en el Ayuntamiento. Poco después llegaron otros dos reporteros y sus acompanantes custodiados por la Guardia Civil -en el pueblo había 50 agentes- y la policía local. Yolanda, una joven que acompañaba a un fotógrafo de este periódico, contaba: "Me han aporreado. en el suelo, me han tirado de los pelos y me han dado patadas en el estómago".

Una hora después de que se iniciasen los incidentes, el alcalde, se dirigió desde el balcón de la casa consistorial a sus vecinos: "No quiero que los del pueblo peguen a los forasteros", dijo al millar de vecinos que gritaban ¡embolado!,¡enibolado!", "¡que los deguellen!."

García argumentó que los vecininos habían confundido a los periodistas con miembros de la Protectora de Animales. Y el regidor aseguró que comprendía que prohibiesen el toro embolado, pero no que denuncien una carrera de borricos y gallinas.

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