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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bigas Luna decepciona en la Mostra

La vacía y repetitiva media hora final impide a "La teta y la luna" arrancar ovaciones

ENVIADO ESPECIALHabía aquí mucha expectación ante La teta y la haza. El recuerdo de la gloriosa bronca que hace tres años armó Jamón jamón perdura en el Lido; y debido a ello, la aberración comparativa era inevitable. Al final de la proyección se produjo un silencio respetuoso, pero decepcionado; pese a que durante la primera hora de metraje el público, tuvo la sonrisa de oreja a oreja. Pero Bigas tropieza en su misma mala piedra y remata mal una espléndida faena. La vacía y repetitiva media hora de desenlace arruga. Y la sonrisa se vuelve mueca.

Bigas sigue en sus trece: "La teta y la luna es un cuento: la historia de un niño enamorado de una teta". Es decir, su obsesiva, en sentido noble, identificación entre sexo y gula, entre joder y comer. "Sería maravilloso", prosigue Bigas, "que después de las comidas, las señoras sacaran las tetas y nos dejaran probarlas".Y erre que erre: "Si alguien me hubiese preguntado antes de hacer la película cuáles son las tetas más hermosas de Europa, habría respondido automáticamente que las de Mathilda May, de modo que cuando comencé a preparar La teta y la luna la llamé enseguida y ella aceptó el papel". Tampoco se equivocó Bigas en esta nueva y compulsiva decisión alimenticia. Pero las, ciertamente insuperables, tetas de la actriz francesa no adornaron este día español del Lido y por motivos que redondean la teología de la curva ideada por Bigas: hace tres días, Mathilda parió en París y a estas horas sus tetas enamoran a otro niño.

Alquimista

Y más allá de la leche: "Soy un gran pesimista', pero, como en todas mis películas, hay en La teta y la luna un rayo de sol. Nunca renuncio a la esperanza y a la sonrisa. En el fondo, me considero más un alquimista que un cineasta. Empleo la ironía en muchas escenas de la película, sobre todo las de amor, que son fuertemente eróticas, pero que a mi juicio resultan divertidas. Sobre todo porque Mathilda, cuando hace el amor con Miguel Poveda, se pone caliente cuando éste le canta flamenco. Poveda es un magnífico cantaor, como tal muy conocido en España, y cuanto más se calienta ella, más y más fuerte le pide que cante, por lo que el pobre muchacho se fatiga doblemente mientras jode con ella. Me gusta ridiculizar un poco las tradiciones españolas, y esta vez bromeo a costa del flamenco". Nueva diana del cineasta catalán, que tampoco se priva de hacerles regates irónicos a las ideologías del nacionalismo de su país, no de forma tan sardónica y dinamitera como la que acostumbra su colega Albert Boadella, pero con una punta de mala leche muy afilada, como ese tronchante sueño donde el niño mamador aluniza en la gran teta de la noche, vestido de astronauta, con una bandera europea y otra catalana en cada mano.

Todo está empastado sin artificio y con diafanidad a lo largo del libre y maravilloso arranque y del suave desarrollo in crescendo de esta preciosa metáfora que talla, ciertamente con solera de alquimista ibérico y capaz por ello de transformar incomibles mendrugos en jugosas torrijas de pan y leche, este sorprendente hombre de cine, capaz de introducir en el mismo talego lo mejor y lo peor, de hacer prodigios de equilibrismo y malicia con un pie en La strada de Fellini y otro en Calabuch de Berlanga, para luego no saber salir del embrollo y perder candorosamente pulso, ritmo y norte en la zona final de esta joya lírica mediterránea, en la que la teta se le seca y, para poder mantenerla erguida, sale a relucir el Bigas tahúr, que marca las cartas y, a la manera de los globos hinchados, llena la teta caída de aire, a falta de sustancia más densa.

La película se le acaba a la hora de duración y Bigas mantiene en pie la media hora

restante con tautologías y ninots, a falta de armazón en la escritura y la secuencia, como le ocurría con el esperpéntico pegote final de Jamón jamón, pero aquí con la desventaja de que esa, vital para mantener hasta el the end la tensión de aplauso, zona de desenlace es demasiado larga, y el espectador de la exigente sala Perla del Casino del Lido se olvida de la placentera sonrisa inicial, enfurruña el gesto y lo encamina hacia un broche de silencio que la película como conjunto no se merece. Pese a ello, La teta y la luna huele a premio y no de manera injusta.

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