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Atasco en la biblioteca

Los estudiantes abarrotan las salas de lectura para preparar los exámenes

El aforo en las bibliotecas públicas está completo. Los usuarios habituales, pocos pero reconcentrados, han sido desplazados por miles de estudiantes que sólo buscan un lugar tranquilo donde apuran las últimas lecciones que deberán superar en breve. Los mayores que acudían a las salas de lectura a leer el periódico, consultar el Boletín Oficial del Estado (BOE) o llevarse a casa uno del millón de volúmenes que reposan en las estanterías no pueden luchar contra la marea universitaria. Los estudiantes se apostan en las puertas de las bibliotecas hasta una hora antes de su apertura. Los últimos no tendrán mesa donde estudiar.Con los exámenes de septiembre a la vuelta de la esquina, los alumnos con alguna asignatura pendiente se recluyen en las bibliotecas públicas. Los estudiantes sólo, acuden a estos centros a empollar.

Durante el verano y hasta que comienza el nuevo curso algunas bibliotecas de las universidades madrileñas permanecen cerradas. Esto genera, según cuentan empleados de estas bibliotecas, un conflicto entre los universitarios y los usuarios habituales de estas bibliotecas públicas, "sobre todo gente entrada en años". "En época de exámenes dejamos de atender a otro sector de usuarios, y creemos que tiene que primar que la gente pueda acceder a los libros sobre la gente que viene con los apuntes" señalaban ayer funcionarios de varios centros.

Los bibliotecarios públicos apuntan una solución para evitar la afluencia masiva de estudiantes: la apertura de nuevos centros de estudio. "Hay que concienciar a la Administración para que abra estos centros y así no se desperdicia el volumen de libros que tenemos", aseguran las mismas fuentes.

Entre botellas de agua mineral, con las que aplacan el calor y las horas de estudio, y centenares de hojas de apuntes, los estudiantes hincan el codo sin poder moverse de su asiento. Conseguir un puesto de lectura en alguna biblioteca pública, según confiesa un grupo de estudiantes universitarios que acude a diario al centro Acuña (en el barrio de Argüelles), es tan difícil como aprobar el puñado de materias de la carrera de Económicas que tienen suspensas. "Tienes que pegarte un buen madrugón si quieres encontrar sitio, y luego estar todo el día pendiente para que no te lo quiten. Estudiar en casa es más cómodo, pero no rindes nada, por eso es preferible levantarte antes y venir aquí ", explica Jorge Ramírez, de 21 años.

Todos los días, a las ocho de la mañana, este futuro economista espera cola en la calle de Quintana para poder encontrar una silla y una porción de mesa libre en la biblioteca Acuña, una de las más concurridas de Madrid. Media hora más tarde, cuando se quita el candado de la puerta, los 102 puestos de estudio de la sala están completos. El resto se queda sin entrar.

Otro tanto ocurre en la biblioteca pública Salamanca, en la calle de Azcona, 42. Una hora antes de abrir, a las ocho de la mañana, ya se han elegido los sitios. Los alumnos no guardan cola. Son las carpetas de apuntes las que esperan, colocadas en orden, la hora de apertura. "Llegas y pones tu carpeta en el suelo, y luego te vas a desayunar" cuenta Lorena Olalde de 21 años, estudiante de Sociología y usuaria de este centro. Cuenta Lorena que el mes de septiembre no es el peor, debido a que están abiertas ya la mayoría de las bibliotecas de las facultades en la Universidad. Pero, a pesar de todo, se ve obligada a comer en la calle de Azcona, o en un parque próximo. Él tiempo permitido para permanecer fuera de las bibliotecas y no perder el sitio suele ser de media hora. "Así que si no vives cerca tienes que comer aquí un bocadillo, siempre deprisa y corriendo", explica Lorena.

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Los estudiantes, a pesar de los madrugones y de las incomodidades, prefieren las salas de las bibliotecas al salón de sus casas. "En mi casa no aprovecho las siete horas de estudio que empleo aquí. En la biblioteca te animas, porque ves a más gente como tú estudiando", cuenta Marta Rufo, de 24 años, con una asignatura pendiente de Derecho.

Las bibliotecas menos céntricas están más despejadas. "Aquí está lleno, pero por las mañanas y a la hora de comer sí se puede encontrar un sitio" comentaba ayer Victoriano Muñoz, empleado en la biblioteca Menéndez y Pelayo, en la plaza de América Española.

Este empleado, que lleva 17 años en la misma biblioteca, no está de acuerdo con que se le llene el centro de universitarios. "Es catastrófico. Las bibliotecas están concebidas para fomentar la cultura y para atraer a la gente a los libros; es imposible que alguien que va a leer el periódico encuentre sitio" concluye.

Aquí hay sitio

La mayoría de las 16 bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid, que suman en total 2.500 puestos de lectura, se encontraban ayer abarrotadas. Sólo en tres centros se podían encontrar ayer sitios libres, quizá porque ninguno abre por la mañana. Eran la biblioteca de Usera, en el Paseo de Santa María de la Cabeza 115 (90 plazas); en la biblioteca de Canillejas, en la calle de Las Musas, 11 (80 plazas); y en la de Fuencarral, en la calle de Braille, 10, (20 plazas). Las tres bibliotecas presentan un horario similar: abren de lunes a viernes de 16.00 a 21.00 horas.Entre las de horario continuo, la menos saturada era la de Menéndez Pelayo, en la Plaza América Española 2, que abre de lunes a viernes de 8.30 a 21.00 horas y los sábados de 9.00 a 14.00 horas.

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