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Cuando no eres Echanove

Actores y bailarines sin fama sobreviven a la escasez de trabajos del verano

Antonio Jiménez Barca

El secreto estriba en continuar al pie del cañón artístico sin perder la dignidad. Cientos de actores noveles,bailarines o estudiantes e interpretación pasan como pueden un verano parco en actuaciones. La cabalgata que recorre dos veces al día el Parque de Atracciones es una fiel radiografía de la situación. Allí se ha refugiado un centenar largo de actores/ bailarines. Mientras termina el verano y se reanima la temporada, sobreviven orgullosos de poder aún dedicarse a algo que tiene que ver con el mundo del espectáculo.

Para algunos de ellos, además de estos meses de vacaciones sacan un dinero que puede venir bien si el otoño no da sus frutos.

Muchos de los integrantes trocan velozmente después de la primera actuación el traje de Capitán Garfio o el de Cenicienta por otro de bailarín y salen dispara dos a acompañar a los primeras figuras del musical del parque. Una vez terminado el espectáculo, vuelta al Capitán Garfio. Pluriempleo bien llevado.

A pesar de que la cabalgata no es la meta ni el sueño de ninguno, se sienten afortunados. "Muchos de nuestros compañeros en paro nos preguntan si hay huecos, si alguien lo ha dejado; también a ellos les gustaría estar aquí", dice uno de los actores.

La razón es simple: "Trabajar en la cagalgata es, al fin y al cabo, mantenerse en el mundo del espectáculo; no es servir copas o vender en una tienda, cosas éstas que también hemos hecho y que a lo mejor tenemos que volver a hacer", cuenta Rosa, de 26 años. A estas alturas del verano, ya mira y busca lo que hacer cuando el 11 de septiembre termine su contrato en la cabalgata.

En verano la temporada teatral echa el cierre, y los que no tienen actuaciones aprovechan el forzoso tiempo libre para presentarse a pruebas. "El otro día fui a un casting para un anuncio en televisión y allí me encontré a compañeros de otros grupos teatrales, incluso uno del Teatro Clásico", comentaba ayer Amado Diéguez, de 28 años, del grupo Factoría. "Aquí, sí no eres Echanove o Ariadna Gil, no te comes nada", dice el actor.

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Los bailarines tampoco lo tienen mejor. Tatiana, de 20 años, bailarina profesional, sobrevive también gracias a la cagalgata. "Me ofrecieron 16.000 pesetas por noche por actuar de go-gó en una discoteca, pero me negué", cuenta. Cada vez hay menos hueco para los grupos de danza en televisión. Trepar al altavoz de una macrodiscoteca y bailar frenéticamente durante horas esel destino de muchos, y a veces es realmente duro: "A una amiga la tuvimos que bajar un día llorando; lo menos que oía del público era 'puta", relata Tatiana.

Una discoteca paga alrededor de 10.000 pesetas por noche. Se contratan grupos de bailarines/as que se turnan, generalmente cada cuarto de hora, durante toda la madrugada. "Es indignante; valoran lo mismo a un ballet profesional que a cuatro que se suban a un, altavoz a moverse", explica Luca Yetzi, director de un grupo de baile. "Para los empresarios de las discotecas sólo importa el tiempo que estás bailando, no cómo lo hagas", añade.

En la cabalgata actúa otro actor y bailarín que prefiere no decir su nombre si hay que mezclarlo con su trabajo de go-gó en otros tiempos. Este exgogó se muestra contento de su trabajo en el Parque de Atracciones, entre otras cosas porque hay encargados de seguridad que impiden que se produzcan incidentes. Una protección que no sentía cuando bailaba por 10.000 pesetas en la discoteca delante de un público que nunca fue amable.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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