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Deng Xiaoping cumple 90 años mientras China avanza a paso de gigante hacia la modernización que él impulsa

Deng Xiaoping, el líder que puso todo su empeño en situar a China a comienzos del siglo XXI a la altura de los países más desarrollados, cumplió ayer 90 años, mientras un crecimiento económico del 13% durante los dos últimos años y la estabilidad de que goza el país hacen prever que su objetivo se verá cumplido.Afectado por el mal de Parkinson, su salud se ha debilitado en los últimos meses, pero aún es fácil adivinar su mano en las cuestiones más delicadas a que se ha enfrentado China estos meses. Nadie duda de que la firmeza mostrada por Pekín en cuanto a no permitir que ningún país le dicte su política sobre derechos humanos es obra de Deng. Otro tanto ocurre con el duelo mantenido con el gobernador de Hong Kong, Chris Patten -quien pretende instalar un régimen democrático después de que el Reino Unido haya abandonado la colonia, en 1997- y el diálogo entablado con Corea del Norte para buscar una salida a su crisis nuclear sin permitir una condena del Consejo de Seguridad de la ONU a ese país amigo.

El anciano dirigente, conocido desde 1979 como el hombre fuerte de China, tiene grabado a sangre y fuego desde su niñez, cuando diferentes zonas portuarias de China estaban en manos de potencias extranjeras, que este país milenario ha de ser el dueño de su propio destino y que no puede permitir injerencias extranjeras. Para Deng, los derechos humanos y, por supuesto, Hong Kong, son asuntos internos que afectan a la soberanía china. Y dentro de esta estrategia se encuadran los intentos de China por tener una mayor independencia a la hora de ejercer su voto en la ONU.

El arquitecto de las reformas como normalmente se le llama, apareció por última vez en público, casi sostenido por dos de sus hijas, en febrero pasado, con motivo del Año Nuevo chino. Sin embargo, su figura sigue siendo muy importante para China en estos momentos de incertidumbre, provocados en gran parte por los desequilibrios que acarrea el vertiginoso desarrollo del país.

Brecha entre ricos y pobres

Deng sacó a China de un comunismo visceral que trajó sangre, dolor y atraso al país. El ritmo implantado a sus reformas ha creado también cierta confusión entre la población, que vive a caballo entre el asentamiento a marchas forzadas de un capitalismo, en cierta medida ansiado, y las consecuencias de ello, como son el aumento del paro, de la inflación y del éxodo del campo a la ciudad. La profundización de la brecha entre ricos y pobres, entre las provincias en vías de un desarrollo tecnológico avanzado y las agrícolas son otros de los efectos indeseados de la modernización impulsada por Deng.Desde 1990, el veterano dirigente no tiene más título que el de presidente honorífico de la sociedad de jugadores de bridge. Para entonces ya había elegido al hombre que quiere dejar como heredero político de su obra, Jiang Zemin, que de alcalde de Shanghai pasaría en 1989 a presidente de la República y secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh).

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Dispuesto a que nadie entorpeciera a su muerte el camino de su delfín, en 1992 Deng forzó la retirada de la poderosa comisión militar de Yang Shankun, predecesor de Jiang en la jefatura del Estado, y del hermanastro de éste Yang Baibing.

Jiang, de 68 años, promovió a generales a 19 oficiales la primavera pasada, para garantizarse un mayor apoyo del Ejército Popular de Liberación cuando su valedor muera.

En China se ha silenciado el cumpleaños del líder, aunque se abrió la semana pasada una exposición de fotos sobre su vida, en parte para no recordar lo anciano que es y en parte porque él mismo se encargó de impedir que el PCCh le rindiera el culto a la personalidad que tuvo el gran timonel, Mao Zedong.

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