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Clinton refuerza la presión sobre el régimen de Castro para que impida la salida masiva de refugiados

El Gobierno norteamericano reforzó ayer el pulso que sostiene con Cuba y adoptó nuevas disposiciones que tienen como objetivo presionar más al régimen de Fidel Castro para que impida la salida masiva de refugiados. Después de haberse reunido con el gobernador del Estado de Florida y con varios dirigentes de la comunidad cubano-americana, entre ellos Jorge Mas Canosa, el presidente Clinton utilizó su mensaje radiofónico semanal a todo el país para anunciar la su presión de los envíos de dinero a Cuba, el recorte de vuelos a la isla, el incremento de la propaganda anticastrista a través de las ondas y el comienzo de las gestiones para conseguir una condena del Gobierno de La Habana en las Naciones Unidas.

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Lejos de tranquilizar los ánimos, la nueva escalada política divide las opiniones en Washington y en Miami y no parece haber cerrado ningún problema.Después del alboroto emocional de la decisión del viernes -las amenazas de detención a los refugiados ilegales y su envío a la base de Guantánamo o a centros de detención- quedó claro que la Casa Blanca mantiene una política errática sobre el asunto. En pocas horas pasó de transmitir el mensaje de que la situación era ordenada y normal a poner patas arriba una política que llevaba en vigor casi tres décadas.

Bill Clinton, que hasta ahora había tratado de evitar el avispero cubano, se mueve en terreno resbaladizo con la vista puesta en las elecciones de 1996 y con el difícil objetivo de ganar los importantes votos d el Estado de Florida, que en 1992 fueron para George Bush.

La nueva situación ofrece más preguntas que respuestas y cuenta con el agravante de que casi nadie cree que las amenazas sirvan para disuadir a los miles de cubanos que siguen queriendo salir de la isla.

Las medidas de presión anunciadas ayer tienen más valor sicológico que real. El envío de dinero desde EE UU a Cuba, que hasta ahora podía hacerse trimestralmente hasta una cantidad de 300 dólares, necesitará un permiso especial del Departamento del. Tesoro. Los cubanos de EE UU sólo podrán seguir mandando sin restricciones "paquetes de medicinas, alimentos y ayuda estrictamente humanitaria", señaló el presidente Clinton. La ayuda económica a familiares procedente de los cubanos del exterior ascendió el pasado año a 450 millones de dólares.

El recorte de los vuelos charter desde los aeropuertos norteamericanos a La Habana y el aumento en las horas de programación y en la intensidad de la señal de Radio Martí y TV Martí tratan de reforzar la propaganda anticastrista y acentuar el aislamiento del régimen. En cambio, el anuncio de que se intentará que la ONU condene a Cuba por la violación de derechos humanos no preocupará especialmente al Gobierno de Fidel Castro a estas alturas.

Las críticas recibidas por Clinton le llegan desde un doble frente. Primero, desde los que creen que mantener el embargo comercial y la mano dura. con Cuba, sobre todo después de la apertura hacia China y Vietnam, es perseverar en una política que no ha dado frutos nunca y que el régimen cubano, aislado y fracasado política y económicamente, lo utiliza para resistir y justificarse.

En segundo lugar, tampoco están contentos los políticos cubano-americanos, como el congresista Lincoln Díaz-Balart, que dijo ayer que las decisiones de la Casa Blanca conseguirán precisamente lo contrario de lo que pretenden. "Todo esto permite a Castro dictar nuestra política de inmigración. Lo que Clinton debe hacer es dar pasos concretos para liberar a Cuba".

Los cubanos moderados subrayan, sobre todo, la ineficacia de la nueva política. "Es como intentar ponerle puertas al campo", señala José Antonio Lanuza, del Centro de la Democracia Cubana, que cree que Clinton mantiene su hábito de ponerle una vela a Dios y otra al diablo, y que considera "que el que sale ganando a corto plazo es el gobernador de Florida. "Lawton Chiles, que tiene una dificil reelección a la vuelta de la esquina, ha conseguido que los gastos de los refugiados se carguen en la tarjeta de crédito del Gobierno y no en la suya", dijo.

El gobernador Chiles, que agitó con éxito en la Casa Blanca el fantasma de una nueva invasión humana de cubanos en EEUU, reiteró ayer en Washington su satisfacción por las medidas tomadas y justificó así la nueva política. "Yo viví la situación de Mariel y ahora preveo lo que podría ocurrir con un segundo Mariel. El Estado de Florida. no puede resistir otra avalancha como aquélla. La gente no lo va a tolerar y hay que evitarlo como sea, porque las consecuencias políticas serían muy serias en caso contrario", añadió.

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