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Entrevista:MUJERES

"Para que la mujer tenga total autonomía sólo falta que el hombre lo asuma"

Juan Arias

Carmen Lacambra es una de esas mujeres con carácter que no temen cambiar de repente el rumbo de su vida. Lo hizo ya hace ocho años en el ámbito sentimental, divorciándose de su marido arquitecto. Y vuelve a hacerlo hoy profesionalmente al abandonar su puesto como directora de la Biblioteca Nacional. Se pasa a la empresa privada tras una vida entera entregada a la Administración del Estado, en puestos de gerencia cultural relacionados siempre con el libro.Hiperactiva, pero también pasional. Y ante lo nuevo que le espera se siente azorada y feliz como una novia.

Carmen adora las velas. En su casa de Arturo Soria, amasada de luz, hay siempre varias encendidas, de todos los colores. Y muchas plantas y libros, muchos libros.

Pregunta. Deja la dirección de la Biblioteca Nacional, con 700 personas bajo su mando, 140 kilómetros de estanterías de libros en 12 plantas de 2.000 metros cuadrados cada una, y ocho millones de piezas preciosas, para irse a la aventura a una empresa editorial privada, donde va a trabajar con pocas personas. ¿Por qué lo ha hecho?

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Respuesta. Porque tenía mi ánimo quebrado.

P. ¿Y quién se lo había quebrado?

R. Mi propio trabajo me llevó a plantearme que necesitaba un cambio para mi desarrollo profesional.Y pensé que era éste el momento, porque el proyecto de la Biblioteca Nacional estaba ya consolidado.

P. ¿De verdad no ha sido una rabieta

R. No soy mujer de rabietas, aunque sí apasionada.

P. ¿Ni siquiera con la ministra de Cultura?

R. En absoluto. Ha sido una decisión que tiene que ver sólo con mis sentimientos y mi racionalidad.

P. Se lo pregunto de otro modo: ¿en el mundo que ha dejado le ha quedado por hacer algo que no ha podido?

R. Me hubiera gustado contribuir a la auténtica modernización de la Administración pública.

P. ¿Por qué es tan difícil esa modernización?

R. Porque asumir la modernización de una manera integrada es hablar del sistema, no de los administradores, y generalmente la gente se queda en la parte funcionarial.

P. Cuando conectamos para esta entrevista me preguntó: "¿Y de qué vamos a hablar?, y añadió: "Si quiere podemos hablar de hombres". Pues adelante.

La ex directora de la Biblioteca Nacional lanza una gran carcajada y dice "¿Y por qué no? Pues mire, para mí, el hombre ideal sería alguien con una mezcla de ironía, de saber desmitificar las cosas, con sentido del humor y gran sensibilidad, todo ello dentro de una envoltura maravillosa". Vuelve a soltar la carcajada y añade: "¿Pero existe un hombre así?".

P. ¿Es usted de las que piensan que el hombre entra en el nuevo siglo con mayor crisis de identidad que la mujer?

R. Bueno, hace ya mucho que ustedes arrastran una crisis de identidad, ¿no? Sí, estoy de acuerdo, porque pienso que nosotras nos hemos adaptado mejor a la evolución de la sociedad. Pero tampoco me gustaría dramaizar.

P. O sea, que aún nos podemos salvar.

R. Lo que no sé es si es bueno salvarse. A veces puede ser mejor perderse.

P. ¿Vale más una mujer sola o n hombre solo?

R. Depende. El sexo no determina la calidad humana. Pero sí es cierto que nosotras estamos acostumbradas dentro del hogar a vivir más horas de soledad y eso nos hace más llevadero el vivir en soledad que a los hombres.

P. ¿Qué es lo que más ama en su vida?

R. Mi independencia y mi estabilidad, que tienen que ver con muchas cosas. ¿Pero no hacen ustedes los periodistas preguntas demasiado conflictivas?

P. ¿Cómo se ve hoy a sí misma?

R. Como una mujer hiperactiva, que cree que hay que tener en la vida el coraje de cambiar de vez en cuando, pero que tiene también como filosofía y disciplina el reposo.

P. ¿No le da miedo el silencio de una casa vacía?

R. No, porque soy una solitaria enmascarada por una importante vida de relaciones públicas, pero en el fondo solitaria,

P. ¿Qué les falta aún a las mujeres para dar el salto definitivo a la total autonomía?

R. Que el hombre lo asuma. Así de sencillo.

P. Volviendo al libro, que ha sido el centro de su actividad profesional y seguirá siéndolo en su nuevo trabajo, ¿es de las que querría morirse antes de la desaparición del libro hecho de papel, tangible?

R. Yo lo que no quiero es morirme, porque creo que aún tengo que hacer muchas cosas bonitas en la vida. Pero creo que no va a desaparecer ese libro, porque hay un goce literario que sólo lo podrá seguir dando el soporte de papel.

P. ¿Qué le gustaría poder conseguir que no se pueda comprar con dinero?

R. La armonía, conmigo misma y con los demás.

P. ¿Sueña más con las bibliotecas o con las discotecas?

R. Sueño. Con bibliotecas y también con la música, que es algo fundamental en mi vida, como el verde. Yo no podría vivir entre cemento. En música tengo un amplio registro de, gustos que van desde Beethoven a Mairena.

P. ¿Qué simboliza la música para usted? Porque veo que no ha querido apagarla ni durante esta entrevista.

R. Mi propia compañía, mi compañía en soledad.

P. ¿Qué sería capaz de vender por un plato de lentejas?

R. Si lo necesitara, cualquier cosa.

P. ¿Tiene Dios un puesto en su vida?

R. No lo tiene, pero porque no lo he buscado.

P. ¿Por miedo?

R. No, por pereza mental. Quiza un día acabe encontrándomelo en mi vida.

P. Una noticia de actualidad: el papa Wojtyla se ha unido con el islamismo en una misma cruzada contra el aborto. ¿Qué le dice como mujer?

R. Me produce una gran perplejidad. No el que se unan, sino el que lo hagan contra la mujer. Porque no creo que ninguna mujer ame el aborto como tal, pero sí hay circunstancias que obligan a una mujer a no desear un hijo y tienen el derecho a exigir legalidad.

P. ¿Cuándo piensa que acabará la publicidad que explota comercialmente el cuerpo de la mujer?

R. Cuando las propias mujeres lo decidan. Depende de nuestra rebelión a ese comercio.

P. ¿A qué animal le gustaría parecerse?

R. No se si me gustaría parecerme a un animal, pero, como imagen para contemplar, me gusta el toro, que lo veo bello, fuerte y noble. Pero el animal que adoro es el perro. Me encanta su ternura, su lealtad, su ausencia de rencor, su inteligencia, su sensibilidad. Piense que una perra que tuve antes de divorciarme tuvo siete cachorros. Yo la coloqué con ellos con mucho mimo en el sótano. Pues en cuanto yo salí de casa fue subiéndoselos, tomándolos por el cuello uno a uno, hasta el segundo piso y me los colocó encimita de mi cama. Como para decirme: si yo dormía en tu habitación cuando estaba sola, ¿por qué me arrinconas ahora con mis hijos en el sótano? Son también tuyos.

P. Vuelven a estar de moda los ángeles. ¿Si le permitieran hacer un milagro, cuál escogería?

R. Que todos los cutres de nuestro país, que son muchos, desparecieran por encanto. Nos quedaríamos tan a gustito.

P. ¿Qué es lo que más rabia le da de la vida?

R. La mezquindad.

P. ¿Por qué somos tan envidiosos los españoles?

R. Porque somos muy catetos. Y además, muy tontos, porque la envidia, además, daña sólo al que la cultiva.

P. Explíquele a un niño, en dos palabras, qué es la guerra.

R. La sinrazón. Una cosa que los niños entienden mejor que nadie.

P. ¿Cree en la inocencia?

R. Sí.

P. ¿Dónde la buscaría?

R. Entre los ancianos.

P. ¿Cree que somos injustos con ellos?

R. Terriblemente insolidarios.

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