Los tenderos serranos retan a Leguina mientras los del sur cierran sus comercios
Los comerciantes del norte y sur madrileños no cumplen de igual manera la Ley de Horarios Comerciales regional, que, por ejemplo, les impedía abrir un día como elde ayer. Mientras en la sierra de Guadarrama imperó ayer la ley del más intrépido, los tenderos del sur cumplieron estrictamente la legalidad. Cientos de tiendas de los pueblos serranos abrieron sin importarles si su municipio había conseguido o no algunas de las pocas excepciones para abrir en festivo que ha otorgado la Comunidad. Era el caso de Torrelodones, Villanueva de la Cañada o Colmenarejo.
Varios comercios de Villanueva del Pardillo (2.282 habitantes) abrieron ayer al público a pesar de que el Consejo de Gobierno de la Comunidad todavía no ha tramitado la solicitud municipal de excepcionalidad turística. Los comerciantes argumentaban: "Si los de Villanueva de la Cañada [municipio de 5.236 habitantes, distante unos siete kilómetros] ya tienen el permiso, nosotros no vamos a ser menos", comentaron. Clemente, carnicero de la localidad, explicaba: "La mayor parte de las tiendas de este pueblo viven de los productos que la gente se olvida comprar en las grandes superficies los días laborables".A escasos kilómetros, el panorama era muy diferente. En Colmenarejo (2.708 habitantes), la mayoría de las tiendas de la calle principal estaban repletas de compradores. "Los propios clientes nos exigen la apertura", señaló uno de los responsables del bazar Madrid.
Los comerciantes de Collado-Villalba (31.069 habitantes) fueron menos atrevidos. Dos de los grandes centros comerciales del municipio, El Canguro y el Zoco, tenían todas sus tiendas cerradas. Sin embargo, los cercanos comerciantes de Torrelodones no pensaban igual. En este municipio, cualquier persona podía comprar desde una lámpara para el cuarto de estar hasta una parcela. La mayor parte de las tiendas de la principal calle comercial permanecían abiertas al público, contraviniendo la legislación.
"Hemos abierto la mayoría", comentaba María del Carmen Fernández, responsable de la inmobiliaria Domingo. "Todos queremos abrir porque son buenos días para el negocio. Se ha notado una disminución de los clientes desde que empezó este lío".
En el sur, la situación era muy distinta. En el hipermercado Continente, a la salida de Móstoles (196.023 habitantes), tres vehículos de clientes despistados ocupaban un aparcamiento desierto, veteado tan sólo por cientos de carritos alineados. Dentro, cuatro personas, camareros del restaurante que a la una abría sin demasiado optimismo. Ayer, en localidades como Leganés (175.952 habitantes), Móstoles o Alcorcón (140.539 habitantes), tanto en las calles de las ciudades como en los centros comerciales situados en las afueras sólo abrieron las tiendas autorizadas.
En el centro comercial de Parque Sur de Leganés había pocos visitantes. Aparte del pan o el periódico, no se podía comprar nada. Incluso, uno de los dos tiovivos aparecía desenchufado y tapado con una gran lona.
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