Sin vacaciones en Roma
LA POLÍTICA no se va de vacaciones este año en Italia. Ello se debe en buena medida al tenaz esfuerzo de Silvio Berlusconi por sacar adelante una serie de proyectos que están en los linderos de la legalidad, pero que confiaba hacer pasar aprovechando el relajo del estío.No está ocurriendo así. Hace poco fue el famoso decreto Bondi, con el cual se quería liberar a la mayor parte de los inculpados por corrupción y eliminar a los jueces que han llevado a cabo el mayor esfuerzo para sanear la política italiana. Fue un fracaso total no sólo por la protesta de la oposición, sino porque su propio Gobierno se dividió. Tuvo que anular el decreto en medio de una de las mayores vergüenzas que le ha tocado vivir a un jefe de Gobierno.
Ahora ha intentado pasar por la televisión pública, en las horas de mayor audiencia, unos anuncios de descarada propaganda gubernamental. Apoyándose en un permiso que autoriza al Gobierno a difundir datos oficiales de interés para la ciudadanía, pretendió lanzar una campaña de propaganda: cada anuncio terminaba con la palabra hecho, para dar la impresión de la amplitud de las realizaciones del Gobierno. El Garante ("defensor del pueblo de los medios de comunicación") intervino suprimiendo la mayor parte de los anuncios, y poniendo así coto al proyecto. Berlusconi tiene sus propias cadenas, pero el público sabe a quién obedecen y la credibilidad es escasa.
Esta propensión a saltarse las leyes a la torera está fomentando nuevos posicionamientos políticos. Por un lado, ante las críticas de la Liga, Berlusconi está intentando un acercamiento al Partido Popular (PP), uno de los herederos de la Democracia Cristiana. La respuesta ha sido un encuentro de los secretarios del PP y del Partido Democrático de izquierda (PDS), los únicos capaces de diseñar una alternativa de centro-izquierda. Ambos partidos se han pronunciado, en contra de Berlusconi, por un sistema electoral de dos vueltas ("a la francesa"). Opción, por otra parte, que también ha hecho suya la Liga Norte, y en favor de la cual acaba de pronunciarse el ministro de las Reformas, Francesco Speroni.
En resumen, las reiteradas muestras que ha dado Berlusconi de su dificultad para gobernar en el marco de un sistema democrático están provocando en el seno de su mayoría no sólo expresiones de descontento y disgusto, sino una tendencia a adoptar posiciones políticas susceptibles de coincidir con las de otras fuerzas políticas situadas netamente en la oposición.
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