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Una reunión de urgencia en alta mar evita otro choque entre boniteros españoles y franceses

Victoria Carvajal

Una reunión de urgencia celebrada ayer en alta mar entre los inspectores comunitarios, españoles y franceses y los representantes de las dos flotas evitó una nueva escalada de violencia en la guerra del bonito. El descubrimiento de otros dos buques franceses faenando con redes ilegales concentró en la zona a los boniteros del Cantábrico. La tensión ha llevado a reforzar la protección militar de las cuatro flotas que se enfrentan en el caladero del bonito (española, francesa, británica e irlandesa). En España, la lucha contra la importación de túnidos va cobrando fuerza. Los mayoristas de Vizcaya se comprometieron a no comercializarlo, mientras Cantabria pide su prohibición.

Además de los dos barcos franceses interceptados ayer, Mardolot Breiz y el Marjaric, la flota española se ha encontrado con otros dos pesqueros franceses, tres británicos y uno irlandés faenando con volantas presuntamente ilegales. Éste es el balance de los diez días que los boniteros del Cantábrico llevan faenando en alta mar desde que decidieron acabar con el bloqueo de los puertos y probar el nuevo acuerdo pesquero alcanzado entre España y Francia ante Bruselas. "El ambiente entre los pescadores españoles está muy caliente", explicó a EL PAÍS Xavier Pastor, que viaja a bordo del Rainbow Warrior. El buque insignia de Greenpeace acompaña a la costera del bonito y se encuentra en la zona.Las cerca de cuatro horas que tardó en llegar la patrullera gala al lugar donde habían sido interceptados los pesqueros franceses sirvieron para que, al igual que pasó en los incidentes de mediados de julio que culminaron con el apresamiento del buque galo La Gabrielle por parte los españoles, comenzara a concentrarse la flota cantábrica en la zona. Según la versión de Pastor, las conversaciones mantenidas por radio entre los pescadores españoles revelaban una gran tensión. "Su portavoz intentaba mantener la calma, pero algunos patronos tenían los ánimos muy calientes", aseguró.

Redes confiscadas

La patrullera francesa Malabar confiscó la redes de uno de los barcos franceses que, según se pudo comprobar después, relata el portavoz de Greenpeace, medían unas 2 millas (3,7 kilómetros), 1.200 metros más largas que los 2,5 kilómetros permitidos por la Unión Europea. A continuación, y a petición de los pescadores españoles, los inspectores comunitarios que van a bordo del Malabar y de la patrullera española Chilreu se reunieron en esta última junto con los inspectores nacionales y los representantes de ambas flotas para intentar calmar los ánimos.

Según un portavoz del Ministerio de Agricultura, se trató de una reunión para "tranquilizar a los pescadores españoles y garantizarles que continuarán con su labor de vigilancia e inspección para evitar ilegalidades". Greenpeace señala, no obstante, que mientras que las patrulleras británicas e irlandesa sí están ejerciendo un mayor control sobre sus respectivas flotas -ayer la Arama británica detuvo a otro de sus barcos por sospechar que usaba redes ilegales, informa Efe-, los buques de la Armada francesa apenas están vigilando a sus barcos. "En las últimas 48 horas hemos tenido los dos barcos franceses pegados a la popa vigilándonos", señaló Pastor. El pasado fin de semana, el Rainbow Warrior fue atacado con chorros de agua y granadas huecas por el Malabar cuando inspeccionaba las redes de un pesquero galo.

La escalada de tensión y los últimos choques entre los pescadores españoles y sus competidores han provocado un espectacular aumento de la presencia militar en la zona. Acompañando a los 400 barcos de la flota bonitera española, los 60 de la francesa, los 18 de la irlandesa y los once de la británica, hay dos patrulleras españolas y dos barcos de apoyo mandados por las comunidades autónomas del Cantábrico, dos patrulleras británicas, dos francesas y una irlandesa. Greenpeace también envió refuerzos. Próximamente llegará a la zona su segundo buque, el Solo, para reforzar la labor de control. "Esto se ha convertido en un auténtico lío", declaró el portavoz de la organización ecologista.

En España, la Secretaría General de Pesca sigue adelante con el proyecto de diferenciar el bonito pescado con las artes tradicionales de pesca de la flota española (cebo vivo, curricán y palangre) con una etiqueta ecológica. Esta identificación es válida sólo para el bonito fresco y no para el que usan las industrias conserveras.

Oposición a la chapa

El consejero de Ganadería, Agricultura y Pesca de Cantabria, Manuel Pérez, afirmó que esta comunidad autónoma considera insuficiente esta iniciativa y que sólo la apoyará si así lo solicitan los pescadores cántabros, informa Efe. Pérez pidió al Gobierno central que defienda "sin complejos de inferioridad y de forma contundente" los derechos de los pescadores españoles ante Bruselas, que impida la entrada del pescado capturado con volantas y que consiga que los inspectores tengan capacidad sancionadora. Sólo si el Ejecutivo tiene en cuenta estas tres demandas, el Gobierno cántabro apoyará la etiqueta ecológica.

En el País Vasco, los mayoristas de Mercabilbao recomendaron ayer a sus asociados que ni compren ni importen pescado capturado con redes y que den máxima prioridad al bonito del norte que lleve el distintivo verde. La empresa alimentaria Eroski también se ha sumado a esta iniciativa. Esteban Olaizola, presidente de la cofradía de pescadores de Hondarribia, pidió también al Gobierno que impida la comercialización del bonito pescado con redes de volanta. "No hay duda de que los pescadores españoles seguirán con su lucha".

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