Agua con cuentagotas para 70.000 hectáreas
El trasvase Tajo-Segura sirve a 70.000 hectáreas de las tres provincias del sureste peninsular. Desde hace 21 años está regulada por ley la división de los caudales. Los riegos se hacen con contador, que controla el vigilante de cada zona. Y ahí no caben relajaciones ni vistas gordas. Cada litro de agua está medido y dárselo a uno, es quitárselo a otro. Para las Vegas Media y Alta (Archena, Cieza y Molina) se destina el 10,83%; para los Riegos de Levante y la Vega Baja (Elche, Orihuela y Torrevieja) el 20,83%; para el Campo de Cartagena el 20,33%; para la comarca de Mula el 1,33%; para el Valle del Guadalentín (Lorca) el 10,83%, y para el Valle de la Almanzora (Pulpí, en Almería) el 2,5%. Completan las dotaciones los abastecimientos de la población de cerca de 90 municipios de las provincias de Albacete, Alicante y Murcia: 18,33%. Y las pérdidas: 15%.El trasvase de 55 hectómetros cúbicos del Tajo para riego sitúa 48 hectómetros cúbicos en los pantanos distribuidores. A partir de ese momento son las confederaciones de regantes las encargadas de repartir. Cada una con arreglo a su superficie, dispone de la parte proporcional de agua. Las directivas de cada comunidad establecen los calendarios y los turnos, además de la dotación individual de cada agricultor.
Como media, en este riego se han dado 17 minutos de agua por tahúlla. Cada metro cúbico le cuesta a los agricultores 13,52 pesetas, cantidad con la que se paga el peaje del acueducto, los gastos de transporte (energéticos para elevación de caudales) y las compensaciones a las tres regiones de la cuenca del Tajo (Castilla-La Mancha, Extremadura y Madrid).Por riguroso orden
Cada mañana, en la Comunidad de Regantes de Campotejar (Molina de Segura), decenas de agricultores se agrupan para conocer las tandas del día. En la sede de la comunidad un letrero, hecho a mano, advierte que los riegos empiezan (empezaron) el pasado día 3 y que terminarán el 30 de agosto. Los dos primeros días se dedicaron exclusivamente para aquellos agricultores que tienen plantaciones con frutas en vigor (melocotón tardío sobre todo).
A partir de ahí, por riguroso orden y con el aviso de que el que pierda tanda, ha perdido definitivamente el agua. No hay peligro de eso, ni noticia de que a nadie le haya pasado algo parecido. Todo lo contrario: la miseria despierta el recelo y la desconfianza. Hay agricultores que recorren los campos viendo cómo van los riegos, vigilando que nadie tenga un minuto más del que le corresponde o que se salten las tandas. Los vigilantes del trasvase tienen buen cuidado de que la escasez quede bien repartida, pero la tutela del vecino no falta.
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