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La lira se tambalea porque el hermano de Silvio Berlusconi sigue fugitivo de la justicia

La lira volvió a batir ayer, por tercer día consecutivo, récords históricos de caída frente al marco. Tal inestabilidad era una prueba clara de que los mercados confían poco en la palabra del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, cuando asegura que "no habrá crisis ni reajuste de Gobierno". Todo el epicentro de la situación sigue gravitando sobre la suerte de Paolo, el hermano menor del jefe del Ejecutivo, quien ayer seguía fugitivo de la justicia porque los jueces no le garantizan, según sus abogados, que se vaya a librar de la cárcel tras ser interrogado.

Con Paolo en prisión, y teniendo en cuenta la actitud que ha mostrado en casos similares Silvio Berlusconi desde que se metió a político, resultan previsibles nuevos ataques verbales del primer ministro a los jueces, como los que se produjeron el martes cuando se firmaba la orden de detención de su hermano. Esos choques institucionales son lo bastante demoledores como para que el presidente de la República, Oscar-Luigi Scalfaro, haya advertido que "la necesaria colaboración entre los diversos poderes está condicionada por una vida equilibrada, armónica y eficaz del Estado democrático".Menos retórico, directamente preocupado por lo que ocurre en el mercado continuo bursátil, el presidente de la Confindustria, patronal italiana, Luigi Abete, apela al "sentido de responsabilidad de todos" para salir de la crisis de gobernabilidad que precipita los indicadores económicos italianos a niveles mortales. La Bolsa se recuperó ayer ligeramente, tras días de descenso, con una pequeña subida del 0,62%. La divisa italiana se encontraba a media jornada a un insólito nivel de 1.007 liras por marco, siete liras más que el día precedente.

Intereses extranjeros

Pocos creen al ministro de Obras Públicas, Roberto Radice, de Forza Italia, para quien las convulsiones de la lira son el resultado de "una serie de tensiones descargadas por fuerzas económicas extranjeras" para minar a "las pequeñas y medianas empresas italianas que se han mostrado muy agresivas en los mercados exteriores". Según una opinión más extendida, mayor capacidad de influencia en el terremoto financiero tiene la situación de Paolo Berlusconi, quien se ha tomado su tiempo y ha demostrado poca prisa por aclarar incógnitas que pesan también objetivamente sobre el futuro político de su hermano.

Tras recibir la orden de detención en la mañana del miércoles, Vittorio Virga y Guido Viola, abogados de Paolo Berlusconi, dedicaron el resto del día a tratar de convencer al juez Antonio di Pietro de que su cliente se presentaría de inmediato si se le garantizaba que, tras el interrogatorio, pasaría a arresto domiciliario, sin ir a la cárcel. El magistrado les respondió que sería tratado como cualquier detenido, y que su situación penal se aclararía tras el interrogatorio.

Los mismos abogados anunciaron ayer que Paolo Berlusconi estaba a punto de entregarse, aun sin las garantías deseadas. Además, los letrados señalaron que, según el Código Penal italiano, un detenido que confiesa no puede ser enviado a prisión, y afirmaron que su cliente no hubiera debido ser ni siquiera sujeto a la orden de detención, ya que pidió ser interrogado voluntariamente. Dicha petición se produjo cuando la detención de Paolo se creía inminente. Alfredo Zucotti y Gianmarco Rizzi, otros dos ejecutivos de Fininvest, el grupo empresarial de Berlusconi, seguían ayer desaparecidos.

La situación del primer ministro se vuelve insostenible. Sin embargo, en una reunión con diputados de su partido celebrada en la noche del miércoles, Berlusconi proclamó: "Vamos adelante, porque el país necesita confianza, empuje y entusiasmo".

Peró a la misma hora, la lira bajaba en la bolsa de Nueva York hasta la cota de 1.010 frente al marco, y diarios no vinculados a la izquierda, como Il Corriere della Sera, propiedad de Fiat, publicaban artículos en los que se sostiene que "la crisis de Gobierno prevista para octubre podría presentarse mucho antes". Umberto Bossi y Gianfranco Fini, aliados de Berlusconi, piden ahora a su socio que por lo menos cambie a algunos ministros. Posibilidad rechazada por el jefe de Gobierno.

Anoche se esperaba que Berlusconi anunciaría hoy su separación total de Fininvest mediante una fórmula en la que un administrador ajeno se haría cargo de sus negocios, medida que ha sido considerada poco adecuada para unas empresas que no cotizan en bolsa.

El triste destino de 'Berluschino'

Más de tres procesos en perspectiva por presuntos delitos de corrupción que totalizan varios miles de millones de liras, una detención ya sufrida y otra en ciernes configuran el destino inmediato de Paolo Berlusconi, hermano 14 años menor de Silvio, criado como una figura secundaria en ' las empresas de éste, y conocido, por todo ello, en Italia como Berluschino, un diminutivo que pretende marcar distancias con respecto a las megadimensiones ideales del actual primer ministro italiano.Casado, de 44 años, con dos hijos habidos de dos sucesivas mujeres, Paolo Berlusconi sigue pareciendo un joven tímido y algo triste ahora que le ha tocado lidiar batallas poco honoríficas, que, evidentemente, no le. corresponden en exclusiva.

Su hermano Silvio le confió en 1976 la gestión de las empresas inmobiliarias en que se basa el imponente patrimonio de la familia Berlusconi, e incluso se las transfirió totalmente en 1992, cuando la investigación Manos Limpias estaba a punto de comenzar a hacer estragos en el mundo de la construcción. En las mismas fechas, Silvio entregó a Paolo Il Giornale y La Notte, dos diarios cuya propiedad le resultaba incompatible al primero con sus tres televisiones nacionales. Cuando, hace pocos meses, Silvio Berlusconi se enfrentó a Indro Montanelli en Il Giornale, quedó claro que era el actual primer ministro quien llevaba las riendas del diario.

Paolo Berlusconi debe responder hasta ahora de 150 millones de liras (unos 12 millones de pesetas) pagados a la Democracia Cristiana para obtener ciertos servicios en Milán; de otros 1.227 millones de liras que pagó para que un banco comprara apartamentos construidos por el grupo; de los 1.300 millones desembolsados a cambio de licencias de construcción en Milán; de otros 800 millones pagados por un contrato de obras, y de los 320 millones pagados a la policía fiscal para evitar inspecciones en Fininvest.

Paolo ha reconocido sus responsabilidades, aunque su hermano lo ha exculpado públicamente, proclamando que pagaba obligado por la necesidad de salvar los negocios. Ahora parece que los jueces pretenden que aclare el origen del dinero negro que entregaba a los policías fiscales.

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