_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El agua de la discordia

El autor sostiene que el potencial hidráulico de Castilla-La Mancha apenas se aprovecha para generar riqueza en esta región, que ha visto cómo sus aguas emigraban por decreto.

El rigor del verano lo está desecando todo. Sobre los Iodos estancos y cenagosos de nuestros embalses exhaustos ha emergido un problema que subyacía latente. La canícula estival y la sequía han dejado al descubierto una bomba de efecto retardado, cuya espoleta acaba de ser activada por el acuerdo del último Consejo de Ministros autorizando el tan traído y llevado trasvase.Podríamos buscar las claves del estrés hídrico que padecemos en causas naturales como el bajo índice de precipitación pluvial de los últimos tiempos, o el alto, nivel de evapotranspiración. También podríamos atribuir esta negativa situación a la falta de previsión y proyección de organismos y autoridades a los desembalses irregulares o a los trasvases indiscriminados, o bien a una política hidráulica corta y miope. Remontándonos más, en una proyección histórica retrospectiva, podríamos culpar a quienes ejecutaron el trasvase, contribuyendo a la depresión y marginación de esta región, o a quienes decidieron que el agua que se captaba y pasaba por ella se marchara a otras partes de nuestro lar nacional, dejándonos a cambio con las nefastas consecuencias del éxodo rural, el desarraigo, la descapitalización económica y humana y la deficiente vertebración en favor de otros territorios.

Más información
Los regantes murcianos recurren el trasvase por insuficiente

Sobre los causantes de esta injusticia histórica existen opiniones para todos los gustos. Hay quien, haciendo demagogia y . con alarde de mala memoria histórica, ha dicho que el trasvase es un monumento a la ineficacia socialista. Otros podríamos mantener públicamente que es un exponente inequívoco de la insolidaridad y la insensibilidad franquista (no en vano Fernández de la Mora, ministro de la dictadura, decía de Murcia que, cono el trasvase, aquel desierto seria un vergel). Pero, mejor y más objetivamente que nosotros, hoy acalorados y sedientos, será el tiempo el que juzgará éste y otros agravios históricos hacia nuestra tierra.

Lo cierto es que las aguas de esta nuestra región han venido emigrando por decreto. Que las gentes de nuestra tierra las vemos pasar a través de un canal rebosante de 286 kilómetros sin poder hacer nada. De igual manera vimos, impasibles y estupefactos, cómo se despoblaban nuestras villas de castellano-manchegos, quienes, como golondrinas, tuvieron que emigrar a otras tierras en busca de veranos mejores para encontrar la alternativa ocupacional y vital que aquí se les negaba. Lo incontrovertible es que el gran potencial hidrológico de esta región (6.800 hectómetros cúbicos) apenas es utilizado en esta tierra para la generación de riqueza. Lo triste es que Castilla-La Mancha, deprimida, desértica y sedienta, no sea, al menos, usuaria y beneficiaria mínima del agua que se genera y discurre por ella. Lo patético es que e1gran contingente hídrico que tenemos sirva para enriquecer a agricultores de otras regiones o a empresas eléctricas y no revierta mínimamente en nuestro desarrollo regional. Lo imperdonable por irresponsable es que se invoquen derechos históricos, tan trasnochados y anacrónicos como injustos, para derrochar agua regando por encharcamiento y se prive a esta región de un uso compartido y se la haga permanecer en la iniquidad histórica a la que fue condenada. Lo doloroso por descabellado e insolidario es que, con el escaso balance de recursos hídricos que hoy mantenemos, que ni siquiera asegura el abastecimiento humano de nuestras gentes, el Consejo de Ministros haya autorizado que el agua se marche para regar viñas, limoneros o campos de golf y que de una forma tan insensata se le haya dado prioridad a la producción de limones con riesgo grave de desabastecimiento para el consumo de los castellano-manchegos, e incluso de los murcianos. Y al final, lo más zahiriente e insultante es que los ciudadanos de esta región aparezcamos como egoístas e insolidarios y que tengamos que pedir perdón y disculpas por haber defendido nuestros derechos. ¿Alguien da más en generosidad y solidaridad?

Pero ya nada será igual desde el viernes. Ni siquiera será parecido. El agravio histórico se terminará. La situación inercial que hemos mantenido los hombres y mujeres de esta tierra quedará rota. La pasividad estoica se tornará en una dinámica pujante y reivindicativa. La toma de conciencia, la cultura del agua, ha prendido en los castellano-manchegos. El agua, como bien de dominio público y no utilizable manopolísticamente y cómo factor estratégico de desarrollo, estará siempre presente en nuestra proyección comunitaria. Que nadie aplauda ni se vanaglorie. Que nadie piense que la batalla del agua la ha perdido una región y la ha ganado otra en el Consejo de Ministros (y porque hoy discurre por el canal hacia el sur). Al margen de otras acciones del Gobierno regional o de los ciudadanos en este asunto (recursos, manifestaciones, protestas, etcétera) que han puesto de manifiesto la desazón completa de toda una región seguiremos vigilantes y luchando en la futura planificación hidrológica para dar satisfacción a nuestras legítimas demandas y conseguir que contribuyan a la armonización y equilibrio de nuestro desarrollo regional y sectorial. Apostaremos para que se incrementen nuestras futuras disponibilidades hídricas de una forma más justa y razonable y abogaremos para que el agua sea también un factor de estabilidad y de corrección de los desequilibrios interterritoriales.

Esperemos que los conceptos grandilocuentes que expresa el Plan Hidrológico Nacional: "solidaridad", "racionalidad", "equidad" y "cohesión" no sean palabras huecas ni se conviertan en papel mojado. Ciudadanos, representantes, organismos e instituciones, sin reservas ni reproches, "nos mojaremos" a la hora de reivindicar lo justo con la fuerza de la razón, conscientes de que reivindicar no es mendigar, sino pedir lo que es susceptible de ser dado. Sólo así, con la autoimplicación y la corresponsabilización de todos, lograremos cambiar la inercia histórica y de agravios seculares con una nueva dinámica hacia el futuro, porque, como decía Machado "...si el ayer fue malo, el futuro es nuestro".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Juan Vicente Casas Casas es alcalde de Iniesta y senador del PSOE por Cuenca.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_