Opiniones sobre el aborto
En pleno debate político sobre la propuesta de ley del aborto por parte del Gobierno, queremos ahondar en dos aspectos relevantes de la cuestión.El primero de ellos es el de los trámites que prevé la ley como obligatorios para las mujeres que quieren abortar. Cuando una mu-
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jer toma una decisión sobre su vida de estas características, tiene derecho a la presunción de sensatez. Bien es verdad que hay entre nosotros muchos ciudadanos irresponsables, pero no hemos visto que el Estado lea la cartilla a nadie que haya decidido ejercer un derecho legalmente reconocido. Llama la atención dolorosamente que se obligue a las mujeres a recibir información individualizada sobre unas supuestas ayudas para el hipotético caso de que decidan no abortar, cuando esta información no se ofrece a las que tienen hijos.
Además, ¿cuáles son esas ayudas? Nosotras sí queremos esa información. Desde aquí retamos al Gobierno a que nos diga qué ayudas tiene in mente, presentes o futuras, ya que nuestra mente no alcanza a imaginarlas. De hecho, bienvenida sea esta ocasión para recordar la situación angustiosa de muchísimas mujeres que no tienen ni servicios ni medios para mantener a sus hijos, especialmente las que están solas en esta tarea.
El segundo asunto que nos preocupa es el de cómo se garantizará que el derecho al aborto puede ser ejercido en condiciones dignas y justas. Creemos que ésta debe ser una prestación sanitaria universalizada y por, tanto cu bierta por la red sanitaria pública. ¿Qué se prevé para evitar que los médicos objetores de conciencia sigan impidiendo que las mujeres puedan acudir a los hospitales de la Seguridad Social para abortar? Hasta ahora es un derecho que no se ha hecho nada por garantizar en la práctica, aunque se reconocía en la teoría. En esta ley ya se olvida directamente. ¿Será este olvido por estar tan azorados con tanto asesoramiento?- Josefa Pérez-Grueso y dos firmas más. Agrupación de Madrid del Fórum de Política Feminista
Basta con que una determinada
práctica sea elevada al Estado de derecho para que automáticamente nuestra actividad crítica al respecto quede en cierta manera cohibida. Esto no el malo en tanto manifestación de un profundo respeto por aquellos valores que pensamos no sólo dignifican, sino que justifican y conforman el "vivir humano". Pero no debemos olvidar que los derechos no son más que una abstracción y que quizá sería provechoso, para desvelar su naturaleza, llamarlos deseos humanos. Sí, nobles, universales, comprometidos y consensuados por numerosas conciencias, pero ciertamente deseos y, por tanto, susceptibles de exploración, de análisis dialéctico, pero fundamentalmente necesitados de voluntariedad. Se debe querer verdaderamente que algo se cumpla, se acepte, para hablar de deseo, de derecho.Se reaviva en estos días la dolorosa polémica en torno al aborto. Desde hace anos se le ha dotado de los atributos de derecho y se le califica de progresista. Pero en todo este tiempo, yo, como algunos otros, no he atisbado en mi interior el más mínimo deseo de que el aborto sea contemplado como una práctica deseable para aquellos que deciden realizarlo. Tampoco le he encontrado un lugar aceptable en el campo de mis convicciones éticas, donde se acomodan con facilidad tantos otros presupuestos de progreso. A cuántos he oído aceptar el aborto, aunque matizando que, ellos no lo llevarían nunca a cabo; en esta coletilla no dejo de vislumbrar un fondo inquietante: el derecho al aborto no se asume con la limpidez de otros derechos. Desear que otros puedan hacer lo que para mí sería inaceptable no me acaba de convencer como un ejercicio de tolerancia-
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