La guerrilla colombiana asalta ciudades para impresionar al presidente electo
La guerrilla colombiana, acostumbrada a hacer la guerra en perdidos rincones del país, ha decidido golpear con fuerza en las ciudades más importantes, allí donde obtiene mayor publicidad. El objetivo de la nueva ofensiva es doble: enturbiar los últimos días de la presidencia de César Gaviria, al que odia, y lanzar un mensaje de fuerza a su sustituto, Ernesto Samper, ante unas eventuales negociaciones de paz.
El desarrollo del llamado plan de despedida al presidente César Gaviria, quien el próximo 7 de agosto entregará la presidencia a su sucesor, el también liberal Ernesto Samper, ha llegado a Bogotá. La Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG) es la responsable de la ofensiva. El comandante del Ejército colombiano, Hernán José Guzmán, lo resume con claridad: "Los subversivos pretenden hacer en 15 días lo que no pudieron en cuatro años".El itinerario de los ataques guerrilleros contra objetivos estratégicos comenzó en la madrugada del día 15, cuando 200 hombres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) mataron a 18 soldados que dormían en un puesto de vigilancia de una estación de bombeo de crudo para el oleoducto Trasandino en las proximidades de Orito, provincia del Putumayo, frontera sur con Ecuador.
Poco después el 19, a 100 kilómetros al este de la capital, en la carretera que conduce a Villavicencio, cabecera de la provincia del Meta, la violencia le tocó a la base militar de Apiay. Una carga de 50 kilos de dinamita, accionada por control remoto, también por las FARC, mató al general Carlos Julio Gil Colorado, comandante de la IV División del Ejército, a cuyo mando estaban 15.000 hombres en siete provincias. Se trataba de uno de los oficiales de más alto rango en el servicio de inteligencia.
A día siguiente, el miércoles 20 por la noche, varias columnas guerrilleras, en grupos de 100 y 200 almas, tomaron simultáneamente cuatro poblaciones de la periferia de Bogotá. La acción más espectacular fue la toma de La Calera, a 14 kilómetros del casco urbano y tradicional lugar de diversión de la clase alta. Durante dos horas, los insurgentes recorrieron el pueblo, saquearon dos bancos e incendiaron un salón de billar.
Terror y desconcierto
La actitud de los pobladores de La Calera osciló entre el terror y el desconcierto por la tardanza en la respuesta de las fuerzas de seguridad, que llegaron al lugar cuando los guerrilleros ya habían huido con su botín. "Son hostigamientos normales", comentó un oficial.En la noche del jueves 21 le tocó al sur de la ciudad, donde se vivió con zozobra el ataque de columnas guerrilleras a cinco centros policiales, localizados en Ciudad Bolívar, una pauperizada zona en la que malviven un millón de personas, en su mayoría desplazados de la violencia rural.
Paralelamente, en la norteña región bananera de Urabá, en las aguas del Caribe, confluyeron unidades de las FARC, del Ejército de Liberación Nacional y un frente disidente del legalizado Ejército Popular de Liberación -fuerzas que integran la CNG, con unos 8.000 alzados en armas- y comenzaron tres días de enfrentamientos con el Ejército: puentes y torres de energía derrumbadas, retenes de control en las principales intersecciones de vías que conectan a la zona bananera con la provincia de Antioquía, marcaron las acciones. Mientras tanto, en 10 de las 33 provincias del país, la guerrilla efectuó la toma de poblaciones y la requisa de autobuses.
Ayer, el informe del Ministerio de Defensa dio cuenta de 100 bajas en las filas guerrilleras y 72 capturados durante la última semana. El ministro Rafael Pardo respondió a las críticas sobre la supuesta ineficiencia de las Fuerzas Armadas: "Hacer terrorismo es muy fácil, y ningún país ha podido luchar contra él".
El presidente entrante, Ernesto Samper, que aboga por una salida política al conflicto armado, ha reiterado estos días que nombrará un alto comisionado para la paz. Samper coincide con los que creen que la guerrilla no quiere tomar el poder, sino que busca una salida decorosa para bajar del monte.
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