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LAS VENTAS

Toreo posmoderno

El milagro de la casta, que alborearon ayer los novillos en Las Ventas, no obtuvo la debida respuesta de los coletudos, casi siempre desbordados por aplicarles toreo postmoderno. Ya se sabe: muleta retrasada, abundoso pico y pérdida de terreno tras cada pase. O sea, el que suelen practicar las millonarias figuras, pésimo espejo para los novilleros, que si, tienen la mala suerte de que les toque un encierro encastado -y con los bicornes de Ibán es muy probable- sufren las de Caín y los desaprovechan.Porque estos adalides de la casta, a veces rayando con el genio, pero siempre nobilísimos, ofrecían cortijos si se les diquelaba bien, lo que no aconteció. Con cierta desigualdad, pelearon en varas y obligaron a que se les lidiase siempre en el tercio o en el platillo, jamás en tablas. Sólo Julio Campano, con el peor lote, labró en bronce algunos lances capotiles y muleteriles, casi siempre al natural, de cadencioso dibujo y rítmico cimbreo del burel alrededor de su cintura, además de cascabelear encomiable entrega y ganas locas de ser alguien.

Ibán / Campano, Muñoz, Oliva

Novillos de Baltasar Ibán, desiguales de presencia, encastados, nobles y flojos. 5º sospechoso de pitones.Julio Campano, de Navas del Marqués (Avila), nuevo en esta plaza: estocada (ovación); estocada (vuelta). Antonio Muñoz, de Zafra (Badajoz), nuevo en esta plaza: media baja atravesadá (silencio); pinchazo, estocada corta, estocada caída y descabello (silencio). Abel Oliva: metisaca y media baja (silencio); estocada trasera tendida y atravesada y descabello (silencio). Plaza de Las Ventas, 25 de julio. Un cuarto de entrada.

Campano supo rodar este dado del arrojo, pese a cojear ostensiblemente de la pierna derecha, todavía soliviantada por el gravísimo percance de hace un año que casi le hunde en los avernos. Aún así, alumbró dos estoconazos hasta los gavilanes que en otros tiempos no postmodernos habrían valido sendas orejas.

Sartenazos

No fue el caso de Antonio Muñoz, que sobre actuar con máxima aplicación del toreo de hoy, ensució sus nada loables labores con sartenazos en las zahurdas de sus enemigos, que eran complicados porque el diestro, con la pierna retrasada y los engaños cerca de la M-30, se limitaba a acompañarlos en su viaje. No había mando ni remate, pues Muñoz, en vez de ligazón en un rodal, salía corriendo tras cada suerte a los terrenos que el novillo quería. Con el quinto, que le desarmó y llevó por la calle de la amargura, empeoró y hasta sus propios peñistas guardaron un compasivo silencio.Oliva, meteorito desprendido de la recia y valerosísima saga que inició su padre, no se podía permitir ni un gramo de jinda. Pero tampoco le sopló la inspiración ni el conocimiento de los arcanos que debía utilizar, por lo que anduvo a merced de sus novillos, el segundo de los cuales le volteó y achuchó continuamente aunque sin más consecuencias que una tremebunda sobanza.

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