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Entrevista:

"La 'era Thatcher' ha sido nefasta para el teatro"

Irlandés, en los cuarenta, Declan Donnellan se declara católico y devoto de la escenografía de la misa. Su condición declarada de homosexual no le impide vivir en un país, el Reino Unido, donde las cosas, dice, son especialmente complicadas para quienes no comarten los gustos sexuales de la mayoría. "Pero yo no vivo en Inglaterra", explica, "vivo en el teatro británico". Donnellan y su permanente amigo, compañero y colaborador, el escenógrafo Nick Ormerod, crearon la compañía de teatro Cheek by Jowl en 1981. Una companía realmente alternativa permanentemente afectada por la escasez de fondos y el alto nivel de sus aspiraciones.Representar a los clásicos de medio mundo con una concepción esencial de los textos y una economía escénica de explosivos resultados ha sido su pretensión. Éste es el caso de Medida por medida, una de las piezas, más herméticas de Shakespeare que Cheek by Jowl ha presentado el pasado miércoles en el Mercat de les Flors de Barcelona y que estrenará el día 28 en el Corral de Comedias de Almagro.

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Pregunta. Shakespeare sigue siendo en el Reino Unido un autor moderno, se representa continuamente, se habla de él, se aprende aún de él.

Respuesta. Bueno, no me gusta ponerme sentimental a propósito de Shakespeare, parece la clase de opinión que mantiene la gente educada, la opinión que hay que tener. Sin embargo, hay que reconocer que Shakespeare sigue interesando enormemente. Mucha gente lo ve como el poeta nacional, pero esta categoría en el Reino Unido es diferente a la que se usa en otros países; aquí, en realidad, significa tratarlo como a un autor contemporáneo. Como si estuviera vivo.

P. La versión de Measure for measure es bastante alternativa y moderna. Se habla de una simbología antifascista incluso... ¿No le parece peligroso reinterpretar a los clásicos?

R. No hemos tocado nada. El texto está intacto.

P. Me refiero a la puesta en escena, con personajes vestidos con ropas modernas.

R. Cuando Shakespeare escribió la obra, los actores llevaban también ropas modernas. [Risas] Lo que quiero decir es que hemos intentado mantener el espíritu de la obra lo mejor que hemos sabido.

P. En este país, el teatro parece gozar de una excelente salud, al contrario que en España.

R. Aquí también los hay. La etapa de Thatcher fue nefasta. Se notará más adelante, dentro de una generación, pero entonces será irreparable. Y los patrocinadores, más que benefactores del teatro, lo que hacen es conseguirse una publicidad barata. Nuestros actores trabajan en Cheek y en el Teatro Nacional. Es imposible mantener una plantilla fija, estable. El teatro es un bien cultural que necesita apoyo oficial, subvenciones -Cheek la tiene, pero en cantidades insuficientes para su mantenimiento-, y el Gobierno británico debería comprender que es una pieza clave en su cultura.

P. ¿Cómo acoge la gente Measure for measure en los diferentes países que han recorrido? A los españoles, aunque amantes de Shakespeare, sus obras nos parecen retorcidas, truculentas, morbosas.

R. [Risas] En realidad, muchos autores clásicos españoles lo son también. Hay bastantes puntos en común entre España y Gran Bretaña, si se medita un poco. Ambos países eran dueños de enormes imperios en el siglo XVII, y en ese siglo florece a la vez el teatro. Ambos países tienen algo de oscuro. Lo cual no está mal. Lo que ocurre con Measure for measure es que Shakespeare satiriza en ella a los puritanos, ejemplificando lo que puede ser un mundo dirigido por ellos. Es una obra que habla de la corrupción en el poder. Por eso está totalmente vigente. En todos los países donde hemos estado, desde Australia a Japón, desde la Unión Soviética a Argentina, la gente nos ha dicho lo mismo: "Es una obra sumamente oportuna" porque en todos los países había en ese momento algún escándalo en candelero.

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