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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Imposible Argelia

LOS ASESINATOS, de extranjeros en Argelia cometidos por grupos armados islamistas -cuya identidad permanece bastante dudosa- se suceden a un ritmo pavoroso. No, hay lugar seguro ya en Argelia, ni siquiera en la capital. La guerra civil se extiende. Y ya no es posible dudar de que existe una voluntad sistemática de unos dirigentes -jefes de bandas con medios para cumplir sus siniestros designios- de someter a las colonias extranjeras a una sistemática caza al hombre, proyecto que había sido ya anunciado hace unos meses por los jefes del Grupo Islámico Armado (GIA). Ahora, la desaparición de dos diplomáticos árabes y, según se informa hoy en nuestro periódico, la que se produjo hace semanade un destacado dirigente del Frente Islámico (FIS), hacen temer un nuevo frente de secuestros en esta guerra. El deterioro de la seguridad en aquel país es vertiginoso.La idea política -si cabe calificarla así- de esos asesinos es que matando extranjeros provocarán la interrupción de las intensas relaciones comerciales que Argel mantiene con diversos países europeos (concretamente España) y que así lograrán privar al Gobierno argelino de las divisas que ese comercio le procura. Idea primitiva y descabellada, ya que la interrupción de las relaciones con Argel causaría a este país, y a largo plazo, un daño quizá irreparable.

Nadie que aspire a gobernar en Argelia puede sensatamente aplicar esa táctica: están matando extranjeros, sí, triste satisfacción, pero a la vez matan los huevos de oro que Argelia -con cualquier régimen- necesitará mañana para subsistir. El estrangulamiento de toda presencia exterior y los crueles métodos utilizados para ello son tan ajenos a las ideas del islam que no cabe pensar que en el movimiento religioso contrario al actual régimen no sean considerables las fuerzas que se oponen a esta espiral del terror.

La reunión del G-7 en Nápoles insistió en frases ya formuladas por Gobiernos europeos bajo inspiración francesa: que el Gobierno argelino negocie con los islamistas que son contrarios al terror. No parece haber avances. Las autoridades parecen más propensas a la utilización de métodos militares y policiales y en exceso dispuestas a la escalada de acción-represión mientras nada hacen por reabrir un diálogo que reste fuerza al terrorismo.

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El Gobierno es puro instrumento del Ejército. No ha dado los requeridos gestos oficiales para proponer a los jefes encarcelados del FIS la negociación que, con la transición a que haya lugar, tiene que concluir en una solución basada en el respeto a los resultados de unas elecciones que será ineludible convocar. Es imposible establecer si, por ese camino, se podrá frenar la actual sangrienta carrera terrorista. Pero si el gobierno no actúa en esa línea, al menos no debería asegurar con hipocresía que busca una negociación.

En todo caso, los Gobiernos con estrechas relaciones con Argelia, como Francia y España, tienen necesidad de estudiar conjuntamente las medidas indispensables para proteger a sus ciudadanos en Argelia. La reducción del personal diplomático y la repatriación de las familias y de las personas sin función precisa están concluidas. Pero si hay españoles cuya estancia, allí se hace imprescindible, deben contar con una protección efectiva. La visita a Madrid del primer ministro argelino el próximo miércoles es una buena ocasión. Aunque a nadie se le oculta que más que un interlocutor del poder real es un intermediario, sí podrá trasladar a la cúpula del Ejército estas inquietudes. Ante un Gobierno argelino incapaz de hacer proteger a los extranjeros en su territorio, será preciso estudiar fórmulas que garanticen su seguridad. A nadie se le escapan las graves dificultades que ello supone; pero más vale afrontarlas con decisión. Lamentablemente, las perspectivas de una mejora de la situación en Argelia parecen nulas a corto plazo.

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