Harto de helicópteros
Me tiene hecho polvo el helicóptero. policial que a todas horas sobrevuela Madrid en no sé qué libertad vigilada.
Pero todo e empeorable. Así, leo en EL PAÍS de Madrid (2 de julio), el artículo de J. A. Carbajo La ruta de los tejados, que no es sino pura publicidad de una empresa privada que ha dado en organizar viajes en helicóptero por El Escorial. La irresistible devoción al libre mercado garantiza, desde luego, que el interés privado de un piloto civil, (antes militar) venga a mancillar, cada 20 minutos, el cielo limpio y callado del Guadarrama.
"El descubrimiento de la singular geometría de las piedras y jardines del monasterio de El Escorial, imposible", escribe el periodista, "de apreciar desde el suelo, es uno de los atractivos que anuncia la organizadora...". Ese periodista no sabe que la singular geometría de El Escorial no es otra -precisamente- que la que se percibe desde el suelo -como magnífica escenografía-, desde la escala del hombre, y no a vuelo de pájaro.
Gustan de ver la realidad desde helicóptero los que no quieren verla desde sus raíces. Así lo reconoce el propio piloto organizador del invento, que explica cómo acaso la ruta sea lo menos importante, que lo que de verdad sus clientes quieren es sentir "la sensación de ser un James Bond en busca de Goldfinger, un guardia civil de tráfico en persecución de un conductor homicida...". ¿Aguantar el zumbido del helicóptero sólo para esto? Algo cruje...-
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