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FERIA DE SAN FERMÍN

Correr o no correr

¿Correr o no correr? Es el dilema que se plantea quien llega hasta Pamplona en Sanfermines. ¿Dónde hacerlo? En Santo Domingo, nada más salir los toros. Allí es donde más corren los astados, la calle es empinada y apenas existen vallados, resquicios en las paredes o portales donde cobijarse. Sólo vale correr y que la manada pase con orden. Si los toros se separan el riesgo es máximo. Lo que le pasó el domingo al californiano Mitchell Soboleski, de 40 años. Cornada de 12 centímetros en la pantorrilla. "Si, pienso volver, aunque el año que viene me pondré más adelante", promete desde la cama del hospital de Navarra.Elegir una zona intermedia: la Plaza Consistorial o Mecaderes. Allí el espacio es mayor, pero también hay más corredores: el riesgo de caídas y empujones sube. Los agrupados Miuras que corrieron el sábado arrollaron en ese lugar a dos corredores: César Donazar y Manuel Iribetegui, ambos de Pamplona. Sufrieron traumatismo craneal. Si la manada va compacta los ángulos libres de la trayectoria son una salvaguarda. Si se rezaga algún toro, el corredor puede ser presa fácil. Ayer, el californiano Tylar Wilson tuvo ese infortunio, y un toro de Benítez Cubero le corneó, con dos trayectorias, el muslo izquierdo.

Subir la Estafeta "tocando pitón" es la gloria. Pero la estadística demuestra que, si no los más graves, sí son más numerosos los accidentes en esa zona del encierro, una docena en los cinco ya celebrados. Tom Kallene, un sueco de 37 años sufrió ayer un traumatismo de cadera y Francisco Pérez García, de 22 y natural de Pamplona, se fracturó la mandíbula el viernes, al ser empujado y caer contra la acera. Esperar en la acera supone el riesgo de "no coger hueco", verse aplastado por corredores que se apartan, o ser presa de un toro rezagado.

Para correr el último tramo no hay que ser un gran velocista. Hacer la curva de Telefónica hasta entrar en la plaza no requiere gran entrenamiento pero es lugar tan crítico como la cuesta de Santo Domingo. Mark D. Gerbick, neocelandés de 25 años y Barryl Flashman, australiano de 30, saben de ello. Fueron los dos primeros heridos por asta de toro de estos Sanfermines. Desde el hospital, coinciden: "No, nunca volveré a correr, jamás. El año que viene me voy a un balneario". El japonés Kayoko Enokinozo, de 30 años, fue también víctima leve ayer en Telefónica. En frente, la imagen de uno de los populares divinos, entrando triunfal en la plaza delante de un Pablo Romero. Y todo esto, teoría y práctica de la fiesta, se constriñe entre cuatro muros bien firmes: seis toros, 825 metros de carrera, ni cuatro minutos de emoción y una moneda al aire. Puede ser cara. Pero también puede salir cruz.

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