El alma del funcionario
Ante la ola de corrupción que nos invade, donde todos los días vemos en la prensa, radio y televisión a los funcionarios que se corrompen, el funcionario corriente de corriente vida, de corriente sueldo, se pregunta compungido si él se corrompió por el mechero de publicidad que le regaló aquel empresario de hostelería.La verdad es que pocos casos están tan claros como éste, que hasta se atreve a contárselo a su señora, pero es bien cierto que en una sociedad donde el regalo es un objeto de intercambio social, que se hace normal con el cliente, el proveedor, el comerciante y el funcionario, es difícil deslindar dónde termina el detalle por la atención o gestión prestada y dónde empieza el intercambio de favores, el trato de favor, etcétera.
Digo esto a sabiendas de que, por principio o norma, no debe existir compensación alguna a que el funcionario cumpla con aquello que no es otra cosa que su deber como empleado al servicio de la Administración pública. Por una situación parecida pienso que hemos pasado todos los funcionarios; por eso considero importante que, ya que no existe norma escrita que aclare dicho extremo, podría parecer interesante comentarlo.
Mi experiencia a lo largo de más de doce años me ha aportado cantidad de anécdotas que podrían ilustrar el tema, como la de aquel empresario del sector de transformación de plásticos que mantuvo durante toda mi visita de inspección a un empleado ofreciéndome varios rollos de bolsas de basura; el empresario no dejaba de insistir y al final no sé si entendió que, si no por ética, por estética, el perito municipal no podía salir de una empresa portando bolsas de basura. Afortunadamente no es corrien te que el empresario te quiera ofrecer algún producto que fa brica, pero también es cierto que cuando esto ocurre a veces se producen malentendidos que se pueden original tanto si se acepta como si no, ya que cuando es una pequeña muestra de lo que se fabrica, su rechazo se puede interpretar como que el funcionario no entra en el juego, cuan do a lo mejor el empresario tampoco lo pretendía.
En fin, pienso que el tema es espinoso, pero creo que es bueno que se sepa lo que está asando en la Administración y deje de ser un asunto sobre el que poco se dice y mucho se habla. Personalmente pienso que lo importante es que la conciencia no se convierta en una pesada carga y que al final de tu vida de funcionario puedas decir lo de aquel chiste de Forges: "30 años de funcionario y no tengo un mal cohecho que llevarme a la boca". Que así sea-.
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