Retornos
Desde hace 46 años, los palestinos expulsados de su tierra se llaman a sí mismos los a'idun, los "retomantes", los que están destinados a volver. Toda la mística palestina gira alrededor de ese concepto: el re tomo. Y, en círculos concéntricos, también se ha reconocido en él el mundo árabe. Europa y América eran vistas como cómplices del crimen. Al apoyar el derecho de Israel a vivir en esa tierra, en cierta forma Occidente puso a los árabes fuera del mundo, fuera de ellos mismos. Y ese exilio ha justificado todo. Los presupuestos devora dos por el esfuerzo bélico de "liberar Palestina", los regímenes militares, la ausencia de de mocracia, la incapacidad de desarrollarse la corrupción. Todos los fracasos no tenían más que una causa, Israel, que tenía a los árabes prisioneros de un momento preciso del pasado: 1948, el año en que per dieron la tierra sagrada.,Arafat ha retornado finalmente. A besar esa tierra, a poner el pie en ella, a insistir para que sus muertos sean enterrados en ella, para que se mezclen con ella, a estar en casa; de eso se trata. El alcance del significado simbólico es mucho mayor de lo que se puede pensar. El pueblo palestino no cuenta más que con cinco o seis millones de almas, pero los árabes son 110 (sin contar con el mundo musulmán).
Para franquear la frontera, Arafat ha tenido que poner los pies en la tierra: reconocimiento de Israel, apretón de manos con Rabin, compromiso histórico. En sus discursos, ha hablado como jefe nacionalista, es decir, como representante de un pueblo en el que hay cristianos y musulmanes, derecha e izquierda, mayoría y oposición.Que haya sido "recompensado" por este realismo es una victoria ideológica de primera magnitud. En un mundo árabe amenazado por los partidarios de un pasado todavía más le ano (la edad de oro del ¡slam), representa un retorno al presente.
Se ha especulado mucho sobre si el Estado palestino es o no viable. Es una cuestión absurda. Tratándose del reto de que se trata, se debería subvencionar masivamente a Palestina, cubrirla de créditos y de proyectos, asegurar su bienestar a fondo perdido. Porque de este modo se compraría (a muy buen precio) no sólo la paz de una de las regiones más heridas de la segunda mitad del siglo XX, sino también el retorno (simbólico) al mundo de la otra orilla del Mediterráneo y de la región del Golfo. Se habría probado, entonces, frente al fundamentalismo, que los parias de la tierra no están condenados obligatoriamente a ser parias.
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