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Plácido Domingo: "Dirigir en Estados Unidos es la responsabilidad total"

El director de la ópera de Washington asume el reto del cargo

La familia Domingo se dirige al estadio RFK de Washington. Va a empezar el partido México-Italia, una cita importante para estas cuatro personas que hacen el trayecto desde el templo cultural de la capital de EE UU, el Kennedy Center, hasta el recinto deportivo el mismo día -el martes- del nombramiento de Plácido Domingo como director artístico de la ópera de Washington, un puesto que el tenor español califica de "responsabilidad total", porque los resultados "buenos o malos", afirma, "dependen de mí".

Nada más acabar el encuentro, y con la satisfacción de ver clasificado a México, Domingo voló hacia Pittsburgh con su mujer, Marta, y dos de sus hijos, para llegar justo a tiempo de ver el Brasil-Suecia. "Es una vez cada cuatro años", justifica, mientras saluda a los hinchas mexicanos e italianos que le reconocen.La primera felicitación oficial por su nuevo cargo fue también en el marco del Mundial: el propio presidente Clinton saludó a Domingo en el estadio de Chicago en el que se jugó el partido inaugural, Alemania-Bolivia: "Yo estaba sentado al lado de Beckenbauer y Pelé, y Clinton se me quedó mirando. Yo le miré y entonces él se me acercó y me dijo que se había enterado de mi nombramiento y que me esperaban con los brazos abiertos. En fin, un gesto muy simpático".

Para Plácido Domingo, asumir la dirección artística de un gran teatro de la ópera es una excelente oportunidad de desarrollar lo que ya ejerce parcialmente en la ópera de Los Ángeles desde 1985. "Es la responsabilidad total, tomar todas las decisiones sobre directores de orquesta, de escena, artistas.... y saber que el resultado, bueno o malo, depende de mí". No le gusta a Plácido Domingo hablar de retos o desafíos: "Más bien creo que es un honor, algo de lo que me siento orgulloso, y al mismo tiempo una perspectiva de trabajo y de avance hacia lo que puede ser la ópera del siglo XXI, la modernización del espectáculo, tratando de combinar artistas de renombre mundial con la sangre nueva, con todos aquellos a los que hay que dar una oportunidad".

La obsesión de Plácido Domingo es la de no caer prisionero del repertorio, no pensar en las óperas por encima de todo, sino adecuarlas a los intérpretes, a los directores, a los escenógrafos, "para que el público se vuelque al contemplar esa ópera". Las coproducciones, para abaratar costes, y los intercambios con los principales teatros del mundo son también una prioridad en el diseño de su trabajo, además del estudio de una estrategia de precios populares y la extensión de los programas de educación musical para niños. Y, por fin, la presencia de la música española en EE UU: "Tengo mucho interés en traer zarzuela todas las temporadas. Nuestra música gusta en todas partes, y el recital de zarzuela del lunes por la noche en Chicago fue seguido de forma entusiasta por miles de personas. Una compañía de zarzuela podría hacer una gira por EE UU en las que hay un gran porcentaje de población hispana que no sólo se interesa por la salsa. También quiero presentar en Washington el estreno mundial de El hijo de la Luna, una ópera que está escribiendo José María Cano, del grupo Mecano, y que tiene enormes posibilidades".

Domingo trata de despejar los temores que provoca su recargada agenda y cree que no tendrá ningún problema para cumplir con todos los compromisos: "El trabajo me vitaliza y me hace cada día más entusiasta. He sopesado mucho la oferta, he visto mi calendario y el 96-97, que es el primer año en Washington, lo tengo casi lleno, pero podré combinar la planificación con las actuaciones y los viajes. Después, haré mis itinerarios y compromisos de acuerdo con Washington".

"La música y la política no son compatibles y da muchas más satisfacciones la música, que es mi mundo y en el que seguiré", afirma Domingo. "No se puede decir nunca qué se hará en el futuro, pero la política es algo muy difícil, porque no se puede dar gusto a todos".

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