Dos clínicas privadas no autorizadas cobraron 600.000 pesetas a 500 enfermos incurables
El propietario de los centros ha sido inhabilitado como médico para 11 meses
Unas 500 personas han acudido en los dos timos años a dos clínicas privadas, una en Madrid y otra en Murcia, donde les prometieron, previo pago de 600.000 pesetas , la solución para una enfermedad incurable, según informó Radio Nacional. Muchos de los pacientes han sufrido posteriormente trastornos emocionales al comprobar la ineficacia del tratamiento contra el mal de Ducheen, una degeneración progresiva de los tejidos musculares. El dueño de los dos centros sanitarios, el médico Fernando Ferreres, ha sido inhabilitado para los próximos 11 meses.
A pesar de la sanción, por la que Fernando Ferreres no podrá ejercer la profesión médica en ese lapso de tiempo, según dictamen del Consejo General de Médicos, sus dos clínicas siguen funcionando. Y en ellas aún se aplica la terapia presuntamente inocua para tratar el mal de Ducheen. "Yo no prometo nada a mis pacientes", dice Ferreres, "pero sí les explico que su calidad de vida mejora con el tratamiento".El expediente contra Ferreres lo abrió el Colegio Oficial de Médicos de Murcia en 1993, cuando empezó a sospechar del tratamiento que Ferreres aplicaba de modo experimental. "Le conminamos a que viniera al colegio y nos explicara cómo era el tratamiento y cómo había hecho el estudio de sus pacientes, cuando todos sabemos que esto no tiene tratamiento", explica José Antonio Jara Muñoz, presidente del Colegio de Médicos de Murcia. 'Tos informes que nos presentó eran muy pobres, así que le abrimos expediente". Después de este :Incidente, Fernando Ferreres se trasladó a Madrid y siguió trabajando y aplicando la terapia que, según Jara, ha provocado problemas psicológicos a muchas personas. Les ofrecieron la cura de su enfermedad y ahora se sienten defraudados. "Algunos, incluso, han caído en una fuerte depresión", explica Jara.
Los enfermos que acudieron a la clínica Retiro de Madrid, que funciona desde el pasado diciembre, desconocían que su dueño carece de la autorización sanitaria obligatoria para mantener abierta una clínica. "Estoy a la espera de que mi abogado me tenga lista la documentación", reconocía ayer un dubitativo Ferreres. "No conozco ningún caso de nadie que esté descontento con mi tratamiento", aseguró sin más.
La terapia aplicada por Ferreres contra el mal de Ducheen consiste en la aplicación de energía de baja frecuencia, mediante electrodos, a través de una máquina que adquiere el propio enfermo por 240.000 pesetas y que usa en su domicilio. Previamente, el paciente recibía asistencia ambulatoria, con lo que se completaba la cifra de las 600.000 pesetas antes mencionada.
Patología
El mal de Ducheen es una atrofia muscular degenerativa para la que no existe ningún tratamiento efectivo, según explica Alberto Jimeno, jefe de Neurología del hospital Ramón y Cajal. Está motivada por la alteración genética de una molécula correspondiente a la membrana de las fibras musculares. Estas fibras se van muriendo progresivamente porque no tienen una constitución que les permita la supervivencia a largo plazo. Su aparición ocurre en los primeros 15 ó 16 años de vida.Una vez en Madrid, Fernando Ferreres se asoció con Jean Pierre Loiral, un empresario francés, con el que abrió la clínica Callao, donde se aplicó este tratamiento durante un año. En septiembre del pasado año se disolvió la sociedad. Entonces Ferreres puso en funcionamiento la clínica Retiro.
Jean Pierre Loiral inaugurará próximamente el centro sanitario Santa Cruz, en Madrid. "Estamos preparando un equipo neurofisiológico para comenzar con el tratamiento en septiembre", asegura Loiral. En el centro -que aún no atiende a pacientes, pero que ya cuenta con personal contratado- trabaja una médico que, según denunció Radio Nacional, no está colegiada en Madrid. Loiral no supo ayer desmentir este extremo: "Bueno, no sé, creo que sí [está colegiada]..., segurísimo", concluyó.
"La terapia utilizada para esta enfermedad cuenta con un 85% de éxito", afirmaba ayer Loiral. "Es indudable que hay una mejora de la calidad de vida de los enfermos", dice Ferreres, que añade: "Estas personas mejoran con el tiempo".
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