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Pies lígeros, alma dura

El grupo norteamericano Aerosmith se ganó a la concurrencia que llenó anoche el Palacio de los Deportes de Madrid, con su cuarto de siglo de buen hacer sobre el escenario.En el acto previo a la aparición de esta mítica banda, el grupo, Extreme aportó una distinta visión a la ofrecida hace año y medio en la titularidad de su gira. Menos encorsetado que entonces el grupo estadounidense supo adecuarse a su función de telonero y sonó más directo aunque bastante tosco y sin matices. El público acogió favorablemente su intervención de 45 minutos, especialmente cuando hicieron sonar More than words, balada de notable repercusión tres años atrás.

Aerosmith retiene su juventud a base de sostener una actitud sin reservas que encuentra en el vocalista Steven Tyler su estandarte más visible. Este veterano mantiene su perfil más gamberro, su rostro de pillo simpático y esa vestimenta extravagante que le distingue. Tan importante o más que la sensación que despierta es su magnífico estado vocal y una forma física sobrada para soportar dos horas de actuación.

Aerosmith

Steven Tyler (voz y armónica), Joe Perry (guitarra), Brad Whitford (guitarra), Tom Hamilton (bajo), Joey Kramer (batería). Músico colaborador: Thom Gimbel (teclados, saxo, coros). Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. 11.000 espectadores. Precio: 4.000 pesetas. Madrid, 9 junio.

En escena, Tyler es el único foco de atención. Carente el espectáculo de aparatosidad visual, el resto del grupo ejecuta y el cantante se acerca al éxtasis. Los pies ligeros que autodefinen certeramente los pasos del quinteto le separan de la condición meramente heavy metal. Hay evidentes apuntes de rock duro pero Aerosmith es de la generación del rock and roll, del rhythm and blues y del blues. El parentesco con Rolling Stones se cruza aquí con el matiz hard.

Jóvenes y veteranos

Las melodías más comerciales, que acarician el A.O.R. (siglas que definen el Adult Oriented Rock, bastante menos radical) como Cryin' o Amazing, convencieron plenamente al público más juvenil. La afición más veterana, por el contrario, sacó más partido de piezas clásicas como Mama kin o Toys in the attic. El guitarrista Perry mostró su desmañada voz a través de su interpretación del blues Stop messin around y Walk on down, mientras Steve Tyler se tomaba un justo respiro después de una intensa primera tanda de canciones.

En el ataque final, el grupo desplegó su repertorio más brillante: desde Janie's got a gun o Love in an elevator, de su disco multiplatino Pump, hasta Dream on, un lento inmarchitable dos décadas después, o los también añejos Sweet emotion o Walk this way. Este último tema tuvo una incidencia particular en la repesca de la banda cuando en 1986 el grupo rap Run DMC ofreció una notable adaptación con Tyler y Perry como invitados de honor. Aquel encuentro se consideró nuevo punto de partida musical entre el rock y el rap, universos musicales que hasta entonces habían vivido de espaldas. Aerosmith porta una madurez elogiable que elude justificadamente la calificación de dinosaurio. Ahora su droga es el escenario y el gimnasio la fuente de elasticidad física que demuestran sus componentes.

Los de Boston viven una segunda juventud que les parecerá como para no creérselo. Y todavía firman contratos a años vista...

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