Los males de PSV
Es difícil no sentirse indignado por las manifestaciones de quienes vienen cambiando de opinión por razones que algún día convendría esclarecer.Me refiero a los comentarios de quienes representaban a la Coordinadora de Asociaciones de PSV con ocasión de la aprobación del "plan de actuación" para la cooperativa por parte del Gobierno, y de los que se han hecho eco distintos medios de comunicación.
Quienes culpabilizaban exclusivamente a UGT de todos los males de PSV y menospreciaban la trascendencia de las medidas adoptadas por esta organización en el año 1993, dicen ahora que el Ejecutivo no ha actuado antes para poner contra las cuerdas al sindicato. Quienes demandaban la intervención urgente del Gobierno para resolver las dificultades de financiación, explican ahora que cuando lo ha hecho no ha sido más que con fines electoralistas. Quienes sólo veían estafas y apropiaciones indebidas y demandaban la sustitución del equipo anterior de IGS y PSV, imputan ahora a no sé quiénes que todo este tiempo ha servido para engrosar algunas cuentas corrientes.
El caso es introducir incertidumbre, aunque para ello se incurran en constantes contradicciones.
La asociación a la que represento viene sosteniendo sistemáticamente que el problema principal de PSV no era otro que la falta de financiación, máxime tras las auditorías, y que no había una única causa, sino muchas, para poder explicar la crisis de la cooperativa (carta al director de la presidenta el 14 de enero, publicada en EL PAÍS). Lo curioso es que, cuando hacíamos esta valoración, algunos nos acusaron de defender los intereses de no sé qué organización, o de estar detrás de no sé qué instituciones. Me imagino que, tras esta carta, los de siempre nos tildarán de progubernamentales. Todo, por no reconocer que para salir de la crisis se precisa de la colaboración, en mayor o menor medida según la responsabilidad y competencias, de todos, desde los poderes públicos hasta los propios cooperativistas.
Esta asociación fue de las pocas que se atrevió a censurar ciertos aspectos de la intervención de la Administración, y a criticar la tardanza de esta medida (EL PAÍS, 31 de marzo).
Por último, me gustaría que, en la medida de lo posible, se corrigiera la costumbre de que cada vez que algún cooperativista o grupo de afectados, o alguna asociación, o grupo de éstas, emitan una opinión o tomen alguna iniciativa, se señale en los medios de comunicación: "Los cooperativistas de PSV opinan o hacen", como si siempre se hablase o actuase por los 20.000 cooperativistas. La realidad del movimiento cooperativo de PSV es bastante más rica de lo que podría interpretarse en un principio, y somos demasiados para seguir de forma unánime las consignas que desde algunos ámbitos se lanzan con propósitos que no compartimos.-
Vicepresidente de ASCOVA.
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