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Una repentina dolencia de Chernomirdin cuestiona el frágil sistema sucesorio ruso

Pilar Bonet

Una repentina indisposición del primer ministro ruso, Víctor Chernomirdin, ha puesto de manifiesto la fragilidad del mecanismo sucesorio en la dirección de Rusia y el peligro de vacío del poder en esta potencia nuclear, en caso de incapacidad simultánea de sus dos primeros dirigentes.Chernomirdin, que desde principios de junio descansa en la localidad de Sochi, en el mar Negro, interrumpió el domingo sus vacaciones para trasladarse a Alemania con objeto de someterse a un examen de riñón. Constitucionalmente, el jefe del Gobierno es el número dos de la política rusa, ya que es el encargado de sustituir al presidente Borís Yeltsin si no puede desempeñar sus funciones.

La Constitución, aprobada el 12 de diciembre pasado, fue redactada bajo la influencia del violento desenlace de la crisis entre el vicepresidente Alexander Rutskói y el jefe del Parlamento Ruslán Jasbulátov, por una parte, y el presidente Yeltsin, por la otra. Tal vez por eso, la Ley Fundamental se limita a fijar un mecanismo sucesorio con un solo recambio.

La anterior Constitución rusa preveía tres niveles de seguridad: en caso de incapacidad, el presidente era sustituido por el vicepresidente. Éste, por su parte, era reemplazado por el jefe de Gobierno, que a su vez, lo era por el jefe del Parlamento. El timón de Rusia habría pasado a manos de sus adversarios políticos si Yeltsin se hubiera visto incapacitado en el pasado.

Los rumores sobre la mala salud del presidente han vuelto a reavivarse en Moscú después de que la televisión mostrara al dirigente con el rostro hinchado y enrojecido durante su visita de la semana pasada a la república de Tatarstán. A juzgar por las imágenes, Yeltsin se movía con dificultad. El presidente fue operado de un pinzamiento discal en Barcelona en la primavera de 1990 y ha sido posteriormente visitado en Moscú por los médicos catalanes que le atendieron.

Un portavoz gubernamental aseguró ayer que Chernomirdin, de 56 años y aspecto robusto y saludable, no padece ninguna dolencia grave. El primer ministro fue operado de un cálculo renal el pasado diciembre.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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