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Medio centenar de personas ponen el primer pie en la futura 'fábrica' de la cultura madrileña

Leguina pide a los futuros arquitectos que respeten el edificio

"Aquí, la calle de la cultura; a la derecha, la mediateca; a la izquierda, el centro de arte y la sala de exposiciones...". Jaime Lissavetzky, consejero de Cultura, hizo ayer de guía durante el recorrido por la antigua fábrica de cervezas El Águila, un edificio que pretenden convertir en uno de los centros culturales más importantes de España. Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad y principal impulsor del proyecto, hizo un ruego al arquitecto que se haga cargo de la rehabilitación: "Que tenga en cuenta que la arquitectura industrial forma parte de la historia de Madrid".

Las palabras de Leguina eran más un ruego. Será obligatorio mantener la parte externa del edificio catalogado como de interés cultural. Curiosamente, por un ventanuco ayer se veía un calendario abierto por el mes de septiembre de 1967. El calendario y las telarañas que le cubrían tendrán que ser retirados, como muy tarde, en el primer trimestre de 1995. Para entonces se iniciarán las obras, tal y como adelantó Lissavetzky. De momento, los ladrillos del edificio neomudéjar de principios de siglo lucen grises tirando a negros; no hay un solo cristal en las ventanas de las inmensas naves, que albergarán 40.000 metros cuadrados de cultura, y muchas cañerías oxidadas atraviesan la fachada.A la presentación no acudieron tantos personajes como se esperaba. Se cursaron invitaciones para 4.000 personas, pero sólo 500 invitados disfrutaron de los cientos de litros de cerveza El Águila y las bandejas de patatas fritas que se sirvieron.

No había un solo diputado ni concejal del Partido Popular, aunque sí asistió Javier Doz, diputado de IU de la Comunidad de Madrid, que se ha mostrado crítico, no tanto con el proyecto cultural, sino con la recalificación de suelo industrial para construcción de viviendas que ha permitido el Ayuntamiento de Madrid a cambio de dar el visto bueno al Leguidú.

Salpicados entre el medio millar de personas que asistieron a la presentación se veían galeristas como Soledad Lorenzo, y sobre todo gente de teatro, entre los que destacaban José Luis Alonso de Santos, Tina Saiz, Emilio Hernández, María Ruiz, y en representación de los cómicos, Fernando Marín, secretario general de la Unión de Actores.

A pesar de que todo giró en torno a la utopía, los asistentes se sintieron impresionados por la fuerza arquitectónica del espacio y no dudaron en afirmar que el marco era idóneo para llevar a cabo un gran proyecto como el que quiere abordar la Consejería de Cultura.

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Leguina ya cuenta con que tanto la iniciativa pública como la privada se hagan cargo de la inversión y gestión del proyecto más ambicioso de su legislatura. "La iniciativa privada no puede ser sólo comercial", puntualizó. Según cálculos todavía un poco apresurados, el coste de todo el proyecto podría rondar los 3.000 millones de pesetas.

No va a ser el Pompidou, según palabras textuales de Leguina, principal impulsor del Centro de las Artes y la Cultura de la Comunidad de Madrid, al que ya se ha bautizado como el Leguidú. Lo que sí afirmaron el presidente regional y su consejero de Cultura durante la presentación en sociedad del proyecto cultural más importante de su legislatura es que Madrid contará dentro de muy poco con un gran centro cultural al estilo de varias capitales europeas. "Hemos hecho un recorrido por los agentes culturales para diseñar los contenidos del centro", señaló Lissavetzky. "Madrid tiene una gran actividad cultural", añadió.

Habrá dos salas polivalentes para teatro-danza y música; seis cines, con capacidad para 80 o 100 personas; 50 salas de ensayo y talleres, para formación de artes plásticas y escénicas; un centro de arte múltiple con seis salas de exposiciones, una biblioteca mediateca, un área de gestión, administración e información al público, y un aparcamiento. Habrá también locales comerciales, como, por ejemplo, centros de música en vivo.

Cantidad y calidad

Leguina quiso poner de manifiesto que "viene muy bien" una iniciativa así en una zona tan degradada desde el punto de vista arquitectónico. "Además, pretende ser un modelo novedoso al ser, una novedad polivalente", añadió el presidente regional.

Los discursos del presidente y del consejero de Cultura tuvieron un tono festivo. "Hoy entramos en un punto de no retorno", aseguró Lissavetzky. "De la cantidad sale la calidad", puntualizó Leguina.

El grupo de danza contemporánea Provisional Danza amenizó la celebración. Usando como escenario la calle principal de este centro y como decorado las paredes deterioradas de una de las naves, los dos bailarines de esta formación ofrecieron uno de sus números de danza.

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