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Amigos fieles hasta en la prisión

Dos perros ayudan a toxicómanos encarcelados a dejar las drogas

Blanca Cia

Se llaman Golfo y Canela. Son dos perros, dos magníficos boxers, amigos de compañía de un grupo de 35 presos de la cárcel catalana de La Roca [a unos 30 kilómetros de Barcelona]. Y no sólo hacen compañía sino que forman parte de un programa de desintoxicación de los reclusos adictos a drogas. La experiencia se inició en junio del año pasado. Llegaron a la prisión con cuatro meses y quienes los vieron recuerdan cómo tiraban de la correa para no entrar.Ahora, un año más tarde, los perros hacen footing con los internos, juegan con ellos y les obedecen. Normal: son los presos quienes les dan de comer, les sacan de paseo y les bañan. "Hace más caso ella que él. Canela es más lista. A Golfo le tendríamos que llamar Beethoven porque parece sordo, o se lo hace", cuenta Manolo, uno de los internos integrados en el Departamento de Atención Especializada (DAE).

Contar con perros en el ámbito de prisiones es una experiencia que se ensaya desde hace 20 años en Estados Unidos e Inglaterra. Da buenos resultados porque, entre otras cosas, generan buenos sentimientos y, además, los internos se hacen responsables de su cuidado y adiestramiento. "Es una gozada", resume Manolo. El que habla tiene 32 años pero asegura que ahora empieza a cumplirlos al revés -de más a menos- "por el tiempo que he perdido". Lleva en la unidad cinco meses. "Aquí estamos muy bien", dice, con la seguridad del que ya ha pasado un tiempo largo entre rejas y ha intentado antes dejar la adicción a las drogas.

Manolo es uno de los encargados de cuidar de Golfo y Canela, junto con otro interno, Antonio. Golfo y Canela están instalados en dos cómodas y grandes jaulas situadas en un patio y protegidas por un toldo, junto a un invernadero que cuidan también los presos.

El psicólogo Ricard Sanchís, director del programa, es el que coordina y está al tanto de todas las actividades que desarrollan los internos en el DAE -un médulo completamente separado del resto de la prisión- Todos los presos en él están obligados a estudiar, realizar trabajos ocupacionales y todos asisten a charlas, a veces junto con sus familiares. Se trata de intentar garantizar al máximo la desintoxicación. También hacen deporte y pueden entrar y salir libremente de sus celdas que están abiertas siempre. El trato con los funcionarios -no uniformados- es distinto del de otros módulos.

No es fácil acceder al DAE. El problema es de capacidad. Desde su puesta en marcha -septiembre de 1990- han solicitado ingresar en el DAE 606 presos y sólo han vivido en ese módulo 160. Hay requisitos: historial de drogadicción, que falte entre 12 y 18 meses para cumplir las tres cuartas partes de la condena y un aceptable estado. de salud. Cada semana se toman muestras de orina, después de salidas al exterior, para comprobar si hay recaídas o no.

"Es una lástima. Ya sabemos que esto resulta caro pero vale la pena. Los resultados son buenos aunque hay fracasos, como en todos las dexintosicaciones", cuenta Sanchís. Dice que la experiencia de los perros les sorprendió, al principio.La iniciativa fue de la fundación Purina que proporciona los alimentos y ha dado las pautas de cuidados a la prisión. "Teníamos un poco de miedo a que los ladridos molestaran a los presos colindantes de psiquiatría. Pero todo ha ido bien", añade el director del servicio."Los animales sirven para romper el bloqueo emocional. Ellos no son egoístas, dan cariño, sin más. Y todos los presos lo notan", explica el encargado del JDAE.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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