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ETA asesina en Madrid a un teniente del Ejército

Belloch afirma que es la 'tarjeta de visita" de la banda terrorista ante las próximas elecciones

El teniente del Ejército de Tierra Miguel Peralta Utrera, de 47 años, murió ayer en Madrid por la explosión de una bomba de tipo lapa adosada a su coche. Justicia eInterior atribuye el atentado a ETA, que ha dejado así su tarjeta de visita al nuevo titular de lá cartera, Juan Alberto Belloch. El militar llevó a su hija Laura, de 15 años, al instituto Gran Capitán, en el paseo de los Melancólicos, y se desplazó varios kilómetros con la bomba, hasta que estalló cuando tomaba un desvío de la carretera de Extremadura para ir al cuartel del Mando de Transmisiones de Pradodel Rey. Los Reyes enviaron a la familia un telegrama para expresarle su "profundo sendniiento". Peralta es la quinta víctima de ETA este año. La policía estaba alertada desde hace dos semanas.

El militar salió vestido de uniforme sobre las ocho de la mañana de su domicilio del número 33 de la calle de Linneo, cerca del puente de Segovia. Subió a su coche, un Seat 1.430, con matrícula M-6318-CM, y se dirigió al paseo de los Melancólicos para dejar allí a su hija, que estudia en el instituto Gran Capitán. Después, al llegar al kilómetro 6 de la carretera de Extremadura, nada más rebasar la gasolinera El Batán, y al tomar un desvío hacia Boadil la del Monte, estalló el artefacto, que causó la muerte instantánea de Peralta.El automóvil saltó hecho pedazos por la violenta explosión. El capó salió despedido unos 20 metros hasta caer en un descampado próximo. Restos de chapa y tornillería quedaron esparcidos por la calzada sin que alcanzaran a ninguno de los muchos ciudadanos que en ese momento se encontraban atrapados en un atasco en los carriles de entrada a Madrid.

Leonardo Rivero, empleado de la gasolinera, declaró que inicialmente pensó que la fuerte explosión había sido ocasionada por uno de los tanques de combustible de la estación de servicio, hasta que a continuación comprobó que no era ésta la causa.

La policía no ha precisado el mecanismo del artefacto, aunque sospecha que era una bomba pegada a los bajos del coche mediante imanes, compuesta por una bola de acero que cierra un circuito eléctrico y activa el detonador. Eso explicaría que el artefacto no estallase hasta que el oficial hizo una maniobra brusca., al frenar para coger el desvío de la carretera de Boadilla.

Nervios del ministro

En el momento del atentado, el titular de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, se encontraba en la cadena SER para ser entrevistado por Iñaki Gabilondo. El ministro, nervioso y preocupado, pidió aplazar la entrevista e inmediatamente se trasladó a la carretera de Extremadura, adonde también acudió el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, quien expresó la "rabia" que sentía ante este crimen. El juez de guardia de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, ordenó poco después el levantamiento del cadáver.

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Peralta era natural de la localidad gaditana de Medina Sidonia y deja viuda y cuatro hijos, uno de los cuales estaba haciendo el servicio militar en el destacamento donde estaba destinado su padre.

Dos de los cuatro hijos de la víctima acudieron al lugar del atentado. Ambos jóvenes estaban muy afectados psicológicamente por el dolor y el abatimiento. El alcalde de Madrid les ofreció un coche oficial para que se trasladaran al acuartelamiento de Transmisiones, próximo a Televisión Española, donde ya se hallaban sus otros dos hermanos y su madre, María Paz Pérez Astudillo.

La capilla ardiente con los restos mortales del oficial asesinado quedó instalada ayer tarde en el cuartel general del Mando de Transmisiones. El ministro de Defensa, Julián García Vargas, retrasó por unas horas un viaje que tenía previsto a Bruselas para asistir a la reunión del grupo de Planes Nucleares de la Alianza Atlántica.

El atentado de ayer es el noveno que se produce en los últimos tres años en la zona sureste de la capital madrileña, sobre todo la comprendida entre la ribera del Manzanares y el barrio de Aluche. En este sector "de alto riesgo" tuvo lugar también la anterior acción de ETA: fue el 24 de enero pasado, cuando un comando hizo estallar un coche bomba al paso de un furgón militar en el paseo de la Ermita del Santo, sin llegar a causar víctimas, sino tan sólo daños en las viviendas de la zona.

Hasta ayer, el último asesinato etarra en Madrid fue el perpetrado el 25 de octubre de 1993, fecha en la que un comando mató a tiros al general del Aire Dionisio Herrero cuando salía de su domicilio, en la calle de Hermosilla, cerca de la de Alcalá.

El ministro de Justicia e Interior se mostró indignado con esta nueva acción criminal: "Siempre que se produce una situación como la actual, próxima a una campaña electoral, desgraciadamente sabemos que terroristas suelen colaborar en este tipo de acontecimientos ciudadanos con sus tarjetas de visita acostumbradas", dijo. Belloch agregó que "son unos cuantos criminales sueltos y no demasiados".

Los partidos políticos condenaron el atentado, y muchos de ellos lo atribuyeron a una forma de expresar ETA su opinión en la precampaña de las próximas elecciones al Parlamento Europeo. La coordinadora Gesto por la Paz ha convocado casi 150 concentraciones silenciosas en repulsa en el País Vasco.

El asesinato del teniente Peralta es el quinto atribuible a ETA durante el presente año. La primera víctima fue el coronel Leopoldo García, muerto en Barcelona el 7 de febrero por disparos presuntamente efectuados por Felipe San Epifanio, Pipe. La segunda fue el guardia civil Fernando Jiménez Pascual, en Bilbao, el 4 de abril. El transeúnte Vicente Beti Montesinos, de 35 años, murió el 18 de abril a consecuencia de las heridas sufridas por las granadas lanzadas contra el Gobierno Militar de Barcelona. La cuarta víctima fue el guardia civil Beningo Villalobos Blanco, asesinado el 28 de abril en Valle de Trápaga (Vizcaya).

La zona del paseo de Extremadura y del barrio de Aluche viene siendo escenario de las acciones de ETA en Madrid desde hace tres años. En estos barrios hay gran número de viviendas y acuartelamiento s militares, por lo que son motivo de especial vigilancia por parte de la policía, que mantiene allí una operación permanente.

Uno de los atentados más sangrientos perpetrados en esa zona de la capital se produjo el 17 de octubre de 1991, cuando tres bombas adosadas a los bajos de otro s tantos vehículos causaron la muerte al teniente del Ejército de Tierra Francisco Carballar y ocasionaron graves mutilaciones al comandante Rafael Villalobos, y a la niña Irene Villa y a su madre, María Jesús González.

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