Hora de Europa
El reloj de Correos será sincronizado con una señal horaria de gran precisión procedente de Alemania
El reloj de Correos, uno de los más célebres y elevados de Madrid, va a ser sincronizado con Europa. Un dispositivo simple, de un valor inferior a 100.000 pesetas, le permitirá recibir muy pronto desde Alemania una señal horaria de precisión casi absoluta. Encaramado a 48 metros de altura sobre su torreón, el reloj dejará de latir por su cuenta. Los madrileños que lo miren verán en sus agujas, a partir de ahora, la hora de Europa. El de Correos es un reloj triple que ocupa una oscura planta octogonal del torreón del palacio, con tres esferas que dan al paseo del Prado, a la plaza de Cibeles y a la calle de Alcalá. Es mudo. En su día, sus horas, medias y cuartos eran amplificados por altavoces y, emitidos como hora oficial en los diarios hablados de Radio Nacional de España; pero la confusión que generaba la mezcla de su sintonía con la del carillón, del contiguo Banco de España obligó a su enmudecimiento.Cada una de sus tres esferas tiene 2,60 metros de diámetro y está dividida en cuatro gajos que al abrirse permiten engrasar los relojes. Cada una tiene también dos agujas de aluminio contrapesadas de plomo, para combatir la intemperie. La aguja minutera mide 1,56 metros de longitud y la de las horas 1,05 metros, aproximadamente. Las dos pesan varias decenas de kilos. Al igual que las muescas que marcan los cinco minutos, llevan incorporados tubos de neón verde que tachonan de luz fosforescente las esferas a partir del crepúsculo y hasta las seis y media de la mañana de cada día.
Para ser movida en su giro inexorable, las agujas necesitan de un mecanismo que las active. El mecanismo que aporta la fuerza para mover las aspas es de fabricación suiza y marca Inducta-Ulirenfabrikenthun Gwatt, para más señas. Un reloj de pared del tamaño de un libro grueso, un Patek Philippe ginebrino, era el que hasta ahora suministraba la precisión al sistema y pilotaba los tres mecanismos secundarios que activan las esferas. Este reloj-piloto, de alta precisión, envía impulsos a las tres máquinas que activan las agujas de las tres esferas y les ordena moverse. Es precisamente el reloj-piloto el que va a ser fiscalizado a partir de ahora mediante la incesante señal europea.
La señal tiene su origen en el edificio del Reloj Atómico de la localidad de Braunschweig, en el interior de Alemania, explica Carlos Muñoz, de 33 años, responsable de Informática de la Unión de Relojeros Suizos. El edificio alemán es una suerte de laboratorio en cuyo interior se realiza una medición de extrema complejidad: un átomo del elemento radiactivo cesio 133 entra en actividad; un electrón comienza a dar saltos entre las órbitas atómicas; cuando el número de saltos alcanza las 9.192.631.770 unidades, ha transcurrido un segundo de tiempo físico.
El segundo se ve rubricado instantáneamente por una señal. La señal es transmitida 24 horas de los 365 días del ano a la estación de radio de onda larga de "Mainflingen, a 25 kilómetros al sureste de Múnich, -propiedad de los Correos alemanes, Desde allí será enviada gratuitamente a Madrid, al torreón del Palacio de Correos.
El ginebrino reloj-piloto Patek Philippe será fiscalizado implacablemente por la señal, de tal modo que no podrá impedir el esmerarse a la hora de enviar los impulsos motores,de las agujas de las tres esferas que informan a Madrid de qué hora es.
Así, por unas 70.000 pesetas más IVA, los madrileños podrán ver a las agujas de uno de sus más característicos relojes marcar, con una imprecisión calibrada en una milésima de segundo de retraso por cada siglo, la hora de Europa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.