Ridruejo y Tovar
En el número de EL PAÍS del pasado 11 de mayo, un artículo titulado Las hojas del rábano y firmado por Andrés Trapiello comenta la conducta de Dionisio Ridruejo y Antonio Tovar durante nuestra guerra civil. Los dos muertos y los dos fraternales amigos míos. Por esas dos razones me he sentido en el deber moral de apostillar muy brevemente lo que en él se dice.Se afirma en Las hojas del rábano que "la principal lección de Cervantes fue la de que a los hombres no es preciso juzgarlos, sino comprenderlos", y bajo tan alta y noble consigna quiere guarecerse su autor. No sé lo que otros pensarán acerca de la licitud de tal pretensión. Yo sólo veo en ese artículo voluntad de agresión disfrazada de ironía barata. Pero no quiero juzgar intenciones, sino -no sé si cervantinamente o no- comprender personas. Así lo haré, con cuanta concisión me sea posible.
Dionisio Ridruejo hizo y escribió tales y tales cosas. De acuerdo. Sólo quiero que se me diga si entre los políticos vivos, corruptos o incorruptos, hay alguno que a costa de tanto sacrificio y tanta generosidad -prisión, exilio, penuria, enfermedad- haya hecho tanto por la implantación de la democracia liberal en España.
Antonio Tovar hizo y dijo esto y lo otro. Conforme. Pero me pregunto si entre los españoles vivos existe uno que en tantas universidades no españolas -mencionaré las de Argentina, Estados Unidos, Colombia y Alemania- haya hecho más por mantener o incrementar el prestigio intelectual y ético -quiero repetirlo: intelectual y ético- de nuestra patria.
Creo que esto es lo que haría Cervantes para comprender la vida entera de esas dos personas. A lo largo de la mía eso he procurado hacer yo con mi hipnótica prosa. Al parecer, no todos interpretan así la regla cervantina.-
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