En la tradición del 'cine negro'
Uno de los grandes temas recurrentes del cine norteamericano es el de la pareja de jóvenes, casi adolescentes, que por una sucesión de casualidades se ven impulsados a cometer una serie de actos criminales y, mientras la policía los persigue por medio país, nace entre ellos una compleja relación sentimental.Desarrollado por Fritz Lang, Nicholas Ray, Arthur Penn, Sam Peckinpah, Robert Altman, etcétera, da lugar a algunas excelentes películas, a casi un brillante subgénero dentro del mejor cine negro. Hace 45 años, el irregular realizador de producciones baratas Joseph H. Lewis rueda Guncrazy, su obra maestra, una de las mejores películas de este peculiar subgénero, donde se mezclan el amor y el crimen. Estrenada en España con el título El diablo de las armas (1950), tiene una carrera irregular, pero hace años que se ha convertido en uno de los grandes clásicos del cine negro.
Guncrazy
Directora: Tarnra Davis. Guión:Mathew Bright. Fotografia: Lisa Rinzler. Música: Ed Tomney. Estados Unidos, 1992. Intérpretes: Drew Barrymore, James LeGros, Rodney Harvey, Billy Drago, Joe Dallesandro. Estreno en Madrid: Renoir (versión original subtitulada).
Tras estudiar con el maestro Francis Ford Coppola, la debutante Tamra Davis, con una enorme osadía, se lanza a hacer un policiaco siguiendo esta depurada línea, una especie de nueva versión, revisada y puesta al día, del clásico Guncrazy, y al que, por si fuese poco, bautiza con el mismo nombre. Sin embargo, hay que reconocer su valía, que sus esfuerzos se han visto recompensados, y su atractiva primera película ocupa una posición de honor dentro del subgénero.
Tono exacto
Tamra Davis sabe contar las mayores atrocidades, actos de una gran violencia, sin el menor énfasis, como si fuesen la cosa más natural del mundo. Y, además, hacerlo con un tono hiperrealista, tanto por el colorido como por la peculiar presencia de objetos y decorados, que enlaza a la perfección con la mejor tradición del cine negro.
Dentro del atractivo conjunto, tiene especial interés el trabajo de los actores. Los dos protagonistas son excelentes; en primer lugar, Drew Barrymore, que ha evolucionado mucho desde la angelical niña de ET (1982), de Steven Spielberg, pero también el menos brillante James LeGros. Sin olvidar a un envejecido Joe Dallesandro, en el papel de seudopadrastro, muy lejos de sus eróticos tiempos con Andy Warhol, pero muy eficaz.
Sin llegar a la perfección del original, este nuevo Guncrazy no desmerece nada de él. Es también una producción independiente, interpretada por actores no muy conocidos, rodada con poco dinero, pero con mucha imaginación, que despliega todo el entusiasmo de las mejores películas. No sólo hay que verla, sino también recordar el nombre de Tamra Davis.
Babelia
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